Sirácides (Eclesiástico), 21
3. Toda maldad es una espada de doble filo, cuyas heridas son incurables.
3. Toda maldad es una espada de doble filo, cuyas heridas son incurables.
“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina