Oseas, 7
7. Todos se enardecen como un horno y devoran a sus gobernantes. Así han perecido todos sus reyes sin que ninguno de ellos me pidiera auxilios.
7. Todos se enardecen como un horno y devoran a sus gobernantes. Así han perecido todos sus reyes sin que ninguno de ellos me pidiera auxilios.
El Capítulo 7 de Oseas aborda la maldad y la corrupción del pueblo de Israel, que se negó a arrepentirse de sus pecados y buscar a Dios. Los siguientes son cinco versos seleccionados de otras partes de la Biblia que abordan temas relacionados con este capítulo:
Isaías 1:4: "¡Oh, nación pecaminosa, personas cargadas de iniquidad, descendientes de malhechores, niños que proceden corruptamente! Dejaron al Señor, despreciaron al santo de Israel y se alejaron de él". Este versículo destaca la naturaleza pecaminosa y corrupta de la gente de Israel, que era similar a la de una "nación pecaminosa".
Micah 7:3: "Usan sus manos bien para hacer el mal; el príncipe exige dones, el juez acepta el soborno, el gran discurso de la corrupción de su deseo y, por lo tanto, anime todo". Este versículo describe la corrupción generalizada entre las autoridades de Israel, un tema presente en Oseas 7.
Proverbios 28:14: "Bendito es el hombre que siempre tiene miedo, pero lo que endurece su corazón caerá en el mal". Este versículo destaca la importancia del miedo a Dios y la humildad, algo que el pueblo de Israel estaba descuidando.
Isaías 28:7: "Pero también se tambalizan por el vino, y el efecto de las bebidas fuertes comete errores; si en las visiones, y tropiezan en el juicio". Este versículo habla de la embriaguez y las adicciones que afectaban a la gente de Israel, otro tema en Oseas 7.
Isaías 5:20: "¡Ay de aquellos que hacen malvado llaman bien, y bien, malvado; que hacen que la oscuridad, y de luz, oscuridad, ponga lo amargo por el dulce y el dulce por amarga!" Este versículo destaca la inversión de valores que estaban teniendo lugar entre la gente de Israel, que confundía el bien y el mal y perdió la noción de lo que era justo y correcto.
“Deus nunca me recusou um pedido”. São Padre Pio de Pietrelcina
