14. Una de ellas se llamaba Lidia, y era de las que temen a Dios. Era vendedora de púrpura y natural de la ciudad de Tiatira. Mientras nos escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que aceptase las palabras de Pablo.





“Se você fala das próprias virtudes para se exibir ou para vã ostentação perde todo o mérito.” São Padre Pio de Pietrelcina