Katolička Biblija
 

Evangelio según San Juan, 18

3. Judas hizo de guía a los soldados romanos y a los guardias enviados por los jefes de los sacerdotes y los fariseos, que llegaron allí con linternas, antorchas y armas.

Stihovi vezani uz Evangelio según San Juan, 18:

San Juan 18 cuenta el arresto y el juicio de Jesús antes de su crucifixión. El capítulo comienza con la traición de Judas Iscariot y termina con Pedro negando a Jesús tres veces. Algunos de los temas cubiertos incluyen el sufrimiento y la humillación de Jesús, la lealtad y la traición de sus discípulos, y el juicio injusto que enfrentó Jesús.

Salmo 22:16 - "Para los perros me rodean; un grupo de malhechores me rodea; me atravesaron las manos y los pies". Este salmo profético describe los detalles de la crucifixión de Jesús, incluido el hecho de que sus manos y pies fueron perforados.

Isaías 53:3 - "Fue despreciado y el más rechazado entre los hombres; hombre de dolor y quién sabe lo que es sufrir; y, como uno de los cuales esconde la cara, fue despreciado, y no hicimos un caso. " Este versículo describe la humillación y el sufrimiento que Jesús enfrentó antes de su muerte.

Mateo 26:56 - "Pero todo esto sucedió para cumplir con las Escrituras de los Profetas. Entonces todos los discípulos, dejándolo, huyeron". Este versículo muestra cómo los discípulos abandonaron a Jesús cuando fue arrestado, cumpliendo la profecía de que el pastor sería herido y el rebaño disperso.

Marcos 14:61 - "Pero él mantuvo el silencio y nada respondió. Le preguntaron de nuevo: '¿Eres el Cristo, el Hijo del Dios Bendito?" Este versículo muestra el juicio injusto que Jesús enfrentó con las autoridades religiosas que buscan cualquier razón para condenarlo.

Lucas 22:34 - "Te digo, Pedro, que no cantará el gallo hoy antes de tres veces, ¿has negado que me conozcas"? Este versículo muestra la tristeza de Jesús al predecir que Pedro le negaría tres veces, lo que sucede más adelante en el Capítulo 18.





“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina