Bible Catholique
 

Salmos, 123

3. ¡Ten piedad de nosotros, Yahveh, ten piedad de nosotros, que estamos saturados de desprecio!

Versets liés à Salmos, 123:

El Salmo 123 es una canción de súplica que expresa la confianza del salmista en Dios y su expectativa de misericordia divina. El tema central del Salmo es la dependencia del pueblo de Dios de su ayuda. Los siguientes son cinco versos bíblicos relacionados con los temas cubiertos en el Salmo 123:

Salmo 121:1-2: "Levanto los ojos en las colinas: ¿de dónde ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, que hizo el cielo y la tierra". Este versículo habla de la confianza del salmista en la ayuda de Dios.

Salmo 124:8: "Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra". Este versículo destaca la dependencia del pueblo de Dios en Dios por su ayuda y protección.

Salmo 125:1: "Aquellos que confían en el Señor son como el Monte Zion, que no está sacudido, firme para siempre". Este versículo habla de la confianza y la seguridad de quienes confían en Dios.

Isaías 25:9: "Y en ese día se dirá, he aquí, este es nuestro Dios, en quien esperamos, y él nos salvará; este es el Señor, en quien esperamos; en su salvación lo haremos, y alegrarse." Este versículo habla de la alegría y la gratitud de aquellos que esperan en Dios y experimentan su salvación.

Filipenses 4:6-7: "No estás inquieto para nada; antes, todas tus peticiones son conocidas ante Dios, oración y súplicas, con Acción de Gracias. Y la paz de Dios, que excede toda comprensión, mantendrá tus corazones y tus tus corazones y tus sentimientos en Cristo Jesús ". Este versículo habla de la importancia de la oración y la confianza en Dios para experimentar la paz interior y la tranquilidad incluso en medio de la adversidad.





“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina