0. ¡Aleluya!

1. Yo amo, porque Yahveh escucha mi voz suplicante;

2. porque hacia mí su oído inclina el día en que clamo.

3. Los lazos de la muerte me aferraban, me sorprendieron las redes del seol; en angustia y tristeza me encontraba,

4. y el nombre de Yahveh invoqué: ¡Ah, Yahveh, salva mi alma!

5. Tierno es Yahveh y justo, compasivo nuestro Dios;

6. Yahveh guarda a los pequeños, estaba yo postrado y me salvó.

7. Vuelve, alma mía, a tu reposo, porque Yahveh te ha hecho bien.

8. Ha guardado mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, y mis pies de mal paso.

9. Caminaré en la presencia de Yahveh por la tierra de los vivos.

10. ¡Tengo fe, aún cuando digo: «Muy desdichado soy»!,

11. yo que he dicho en mi consternación: «Todo hombre es mentiroso».

12. ¿Cómo a Yahveh podré pagar todo el bien que me ha hecho?

13. La copa de salvación levantaré, e invocaré el nombre de Yahveh.

14. Cumpliré mis votos a Yahveh, ¡sí, en presencia de todo su pueblo!

15. Mucho cuesta a los ojos de Yahveh la muerte de los que le aman.

16. ¡Ah, Yahveh, yo soy tu siervo, tu siervo, el hijo de tu esclava, tú has soltado mis cadenas!

17. Sacrificio te ofreceré de acción de gracias, e invocaré el nombre de Yahveh.

18. Cumpliré mis votos a Yahveh, sí, en presencia de todo su pueblo,

19. en los atrios de la Casa de Yahveh, en medio de ti, Jerusalén.





“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina