18. Al séptimo día, el niño murió. Los servidores de David no se atrevían a darle la noticia, porque se decían: "Si cuando el niño estaba vivo le hablábamos y no nos escuchaba, ¿cómo le vamos a decir que el niño está muerto? ¡Es capaz de hacer un disparate!".





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina