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y dijo a sus criados: "Id vosotros delante; yo iré detrás". No dijo nada a su marido. (I Samuel 25, 19)
David había dicho: "En vano he guardado todo lo que este hombre tiene en el desierto, de modo que nada le haya faltado de cuanto le pertenece; él me devuelve mal por bien. (I Samuel 25, 21)
David se dijo: "Cualquier día voy a perecer a manos de Saúl; nada mejor para mí que refugiarme en el país de los filisteos. Así Saúl desistirá de perseguirme en el territorio de Israel y escaparé de su mano". (I Samuel 27, 1)
Saúl cayó repentinamente en tierra todo lo largo que era, pues las palabras de Samuel le habían llenado de terror; además le faltaron las fuerzas, porque no había comido nada durante todo el día y toda la noche. (I Samuel 28, 20)
Los jefes de los filisteos preguntaron: "¿Por qué vienen estos hebreos?". Aquís les respondió: "Éste es David, servidor de Saúl, rey de Israel, que ha estado conmigo unos dos años, y no he encontrado nada que reprocharle desde el día en que vino a mí hasta hoy". (I Samuel 29, 3)
Aquís llamó a David y le dijo: "Vive el Señor, que eres un hombre leal y me ha agradado siempre tu comportamiento en el ejército; no tengo nada que reprocharte desde el día en que viniste hasta hoy; pero no eres grato a los ojos de los jefes. (I Samuel 29, 6)
Vuélvete y vete en paz, para no hacer nada desagradable a los ojos de los jefes de los filisteos". (I Samuel 29, 7)
un trozo de torta de higos secos y dos racimos de uvas pasas. Él comió y se reanimó, pues no había comido ni bebido nada durante tres días y tres noches. (I Samuel 30, 12)
No les faltó nada, ni chico ni grande, ni hijos ni hijas. Todo lo que les había sido tomado fue recuperado por David. (I Samuel 30, 19)
Mas los hombres malvados y perversos de entre la gente que había ido con David tomaron la palabra y dijeron: "Puesto que no habéis ido con nosotros, no os daremos nada del botín que hemos tomado, sino únicamente a cada uno su mujer y sus hijos; que los tomen y que se larguen". (I Samuel 30, 22)
El pobre no tenía nada; sólo una corderilla que había comprado. Él la había criado y había crecido con él y con sus hijos; comía de su pan, bebía de su vaso y dormía en su seno. La tenía como una hija. (II Samuel 12, 3)
Amnón andaba atormentado, hasta sentirse enfermo, por su hermana Tamar; pues siendo ella virgen, le resultaba difícil hacerle nada a ella. (II Samuel 13, 2)