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Saúl respondió al mozo: "Si, vamos allá, ¿qué llevaremos a ese hombre? Ya no hay pan en nuestros sacos y no tenemos nada que ofrecer al hombre de Dios. ¿Qué le daremos?". (I Samuel 9, 7)
Él les dijo: "El Señor y su ungido son hoy testigos de que no habéis encontrado nada malo en mis manos". Y respondieron: "Testigos". (I Samuel 12, 5)
Un día, Jonatán, hijo de Saúl, dijo a su escudero: "Ven, pasemos hasta la guarnición de los filisteos, que está al otro lado". Pero no dijo nada a su padre. (I Samuel 14, 1)
Jonatán dijo a su escudero: "Vamos, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos. Quién sabe lo que el Señor hará por nosotros, porque nada impide al Señor dar la victoria con muchos o pocos". (I Samuel 14, 6)
Los israelitas estaban agotados. Entonces Saúl hizo prestar al pueblo este juramento: "Maldito el hombre que tome alimento antes de la tarde, hasta que yo me haya vengado de mis enemigos". Y nadie comió nada. (I Samuel 14, 24)
Porque, vive el Señor, el salvador de Israel, que, aunque se trate de mi hijo Jonatán, morirá irremisiblemente". Ninguno de entre el pueblo respondió nada. (I Samuel 14, 39)
Pero Saúl y su ejército perdonaron la vida a Agag y a lo mejor de las ovejas y de las vacas, a las más gordas y a los corderos; es decir, respetaron todo lo de valor, pero destruyeron lo que no valía nada. (I Samuel 15, 9)
Entonces enviaré al mozo para que vaya a buscarlas. Si le digo: Mira, las flechas están del lado de acá de ti, entonces vienes, porque hay paz para ti y nada tienes que temer, vive Dios. (I Samuel 20, 21)
Saúl no dijo nada aquel día, porque pensaba: "Tal vez no estará puro, no se habrá purificado". (I Samuel 20, 26)
El muchacho no comprendió nada, porque solamente conocían aquel asunto Jonatán y David. (I Samuel 20, 39)
He sabido que estás esquilando. Pues bien, tus pastores estuvieron con nosotros; nunca les molestamos ni les faltó nada mientras estuvieron en el Carmelo. (I Samuel 25, 7)
Estos hombres han sido muy buenos con nosotros. No nos han molestado; no nos ha faltado nada durante todo el tiempo que anduvimos junto a ellos cuando estábamos en el campo. (I Samuel 25, 15)