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  • No has comprado por dinero caña aromática para mí, ni me has saciado con la grasa de tus sacrificios; sólo con tus pecados me has oprimido, me has agobiado con tus iniquidades. (Isaías 43, 24)

  • ¡Oh, todos los que estáis sedientos, id por agua, aunque no tengáis dinero! Venid, comprad grano y comed, sin dinero y sin pagar, vino y leche. (Isaías 55, 1)

  • ¿Por qué gastáis vuestro dinero en lo que no es pan, y vuestro salario en lo que no llena? Escuchadme bien, y comeréis cosas buenas; y os deleitaréis con manjares exquisitos. (Isaías 55, 2)

  • ¡Ay de mí, madre mía, que me engendraste hombre de querella y de discordia para todo el país! No he prestado dinero, no he recibido préstamo, pero todos me maldicen. (Jeremías 15, 10)

  • Redacté el contrato, lo sellé en presencia de los testigos que había buscado y pesé el dinero en la balanza. (Jeremías 32, 10)

  • A pesar de todo, tú, oh Señor Dios, me dices: Compra por dinero este campo y toma testigos, mientras la ciudad cae en manos de los caldeos". (Jeremías 32, 25)

  • Se comprarán campos por dinero, se redactarán contratos, se los sellará y se tomarán testigos en el territorio de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, en las de la montaña, en las del llano y en las del Negueb; porque haré cambiar su suerte -dice el Señor-". (Jeremías 32, 44)

  • Luego hicieron una colecta de dinero, según las posibilidades de cada uno, (Baruc 1, 6)

  • Les decían: "Ahí os mandamos dinero para que con él compréis holocaustos, sacrificios por el pecado e incienso; haced ofrendas y presentadlas sobre el altar del Señor Dios nuestro. (Baruc 1, 10)

  • Tampoco son capaces de dar ni riquezas ni dinero. Si alguien les hace una promesa y no la cumple, no pueden pedir cuentas. (Baruc 6, 34)

  • Los jefes de la ciudad son como lobos ávidos de presa; derraman sangre y matan a las personas para amasar más y más dinero. (Ezequiel 22, 27)

  • Esto dice el Señor: Por tres crímenes de Israel y por cuatro no le perdonaré; porque ha vendido al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias; (Amós 2, 6)


“O mal não se vence com o mal, mas com o bem, que tem em si uma força sobrenatural.” São Padre Pio de Pietrelcina