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  • Ciertamente no somos nosotros como la mayoría que negocian con la Palabra de Dios. ¡No!, antes bien, con sinceridad y como de parte de Dios y delante de Dios hablamos en Cristo. (II Corintios 2, 17)

  • Ciertamente no osamos igualarnos ni compararnos a algunos que se recomiendan a sí mismos. Midiéndose a sí mismos según su opinión y comparándose consigo mismos, obran sin sentido. (II Corintios 10, 12)

  • Pues, ciertamente, fue crucificado en razón de su flaqueza, pero está vivo por la fuerza de Dios. Así también nosotros: somos débiles en él, pero viviremos con él por la fuerza de Dios sobre vosotros. (II Corintios 13, 4)

  • Ciertamente, nos alegramos cuando somos nosotros débiles y vosotros fuertes. Lo que pedimos es vuestro perfeccionamiento. (II Corintios 13, 9)

  • Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; (Filipenses 1, 23)

  • Y ciertamente es un gran negocio la piedad, con tal de que se contente con lo que tiene. (I Timoteo 6, 6)

  • Porque, ciertamente, no se ocupa de los ángeles, sino de la descendencia de Abraham. (Hebreos 2, 16)

  • Ciertamente, Moisés fue fiel en toda su casa, como servidor, para atestiguar cuanto había de anunciarse, (Hebreos 3, 5)

  • Ciertamente, es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón. (Hebreos 4, 12)

  • Y aquí, ciertamente, reciben el diezmo hombres mortales; pero allí, uno de quien se asegura que vive. (Hebreos 7, 8)

  • Y, ciertamente, todo sacerdote está en pie, día tras día, oficiando y ofreciendo reiteradamente los mismos sacrificios, que nunca pueden borrar pecados. (Hebreos 10, 11)

  • Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. (I Juan 2, 5)


“Lembre-se de que os santos foram sempre criticados pelas pessoas deste mundo, e puseram sob seus pés o mundo e as suas máximas .” São Padre Pio de Pietrelcina