Trouvé 800 Résultats pour: Judá

  • Se hizo el sorteo para los clanes de los quehatitas; y a los levitas descendientes de Aarón, el sacerdote, les tocaron en suerte trece ciudades de las tribus de Judá, de Simeón y de Benjamín; (Josué 21, 4)

  • Ellos les entregaron las ciudades de la tribu de Judá y de la tribu de Simeón que se nombran más adelante. (Josué 21, 9)

  • a ellos les dieron Quiriat Arbá -la ciudad de Arbá, el padre de Anac, o sea, Hebrón- en la montaña de Judá, con los campos de pastoreo que tenía a su alrededor. (Josué 21, 11)

  • El Señor respondió: "Que suba Judá, porque yo he puesto el país en sus manos". (Jueces 1, 2)

  • Entonces Judá dijo a su hermano Simeón: "Sube conmigo al territorio que me ha tocado en suerte. Atacaremos a los cananeos, y después yo iré contigo al territorio que te ha sido asignado". Y Simeón lo acompañó. (Jueces 1, 3)

  • Cuando Judá subió, el Señor puso en sus manos a los cananeos y a los perizitas, y derrotaron en Bézec a diez mil hombres. (Jueces 1, 4)

  • La tribu de Judá atacó a Jerusalén; la tomaron, pasaron a sus habitantes al filo de la espada e incendiaron la ciudad. (Jueces 1, 8)

  • Luego la tribu de Judá fue a combatir contra los cananeos que habitaban en la Montaña, el Négueb y la Sefelá. (Jueces 1, 9)

  • Judá avanzó contra los cananeos que habitaban en Hebrón -Hebrón se llamaba antiguamente Quiriat Arbá- y derrotó a Sesai, Ajimán y Talmai. (Jueces 1, 10)

  • Los del clan de Jobab, el quenita, que había sido suegro de Moisés, subieron con la tribu de Judá desde la ciudad de las Palmeras hasta el desierto de Judá, al sur de Arad, y se establecieron entre los amalecitas. (Jueces 1, 16)

  • Judá, por su parte, se fue con su hermano Simeón. Ellos derrotaron a los cananeos que habitaban en Sefat y consagraron la ciudad al exterminio total; por eso, la ciudad se llamó Jormá. (Jueces 1, 17)

  • Pero Judá no pudo apoderarse de Gaza y su territorio, ni de Ascalón y su territorio, ni de Ecrón y su territorio. (Jueces 1, 18)


“Há alegrias tão sublimes e dores tão profundas que não se consegue exprimir com palavras. O silêncio é o último recurso da alma, quando ela está inefavelmente feliz ou extremamente oprimida!” São Padre Pio de Pietrelcina