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  • Se produjeron relámpagos, retumbar de truenos y un violento terremoto. Nunca hubo terremoto tan violento como éste desde que hay hombres sobre la tierra. (Apocalipsis 16, 18)

  • con ella pecaron los reyes de la tierra, y los habitantes de la tierra se emborracharon con el vino de su idolatría.» (Apocalipsis 17, 2)

  • La bestia que has visto era, pero ya no es. Sube del abismo, pero camina hacia su perdición. Los habitantes de la tierra, cuyo nombre no fue escrito en el libro de la vida desde la creación del mundo, se asombrarán al descubrir que la bestia era, pero ya no es y pasa pronto. (Apocalipsis 17, 8)

  • El ángel prosiguió: «Las aguas que has visto, a cuyo borde está sentada la prostituta, representan pueblos, multitudes y naciones de todos los idiomas. (Apocalipsis 17, 15)

  • Después de esto vi bajar del cielo a otro ángel. Era tan grande su poder, que toda la tierra quedó iluminada por su resplandor. (Apocalipsis 18, 1)

  • Devuélvanle según ella ha dado, páguenle el doble de lo que ha hecho, Viértanle doble medida de lo que ella daba de beber. (Apocalipsis 18, 6)

  • Que sufra tantos tormentos y penas como fueron su orgullo y su lujo. Se dice a sí misma: ''¡Domino como reina, no soy viuda, nunca conoceré el lamento.'' (Apocalipsis 18, 7)

  • Se detendrán a distancia aterrados ante su suplicio y exclamarán: «¡Ay, ay de la gran Ciudad! ¡Babilonia, ciudad poderosa, que en una hora te arrasó el juicio!» (Apocalipsis 18, 10)

  • Los que traficaban con estas cosas y con ella se enriquecían, se mantendrán a distancia horrorizados por su castigo. Llorando y lamentándose (Apocalipsis 18, 15)

  • ¡En una hora se acabó tanta riqueza!» Todos los capitanes, navegantes, marineros y cuantos se ocupan en los trabajos del mar, se detuvieron a distancia (Apocalipsis 18, 17)

  • Y echando polvo sobre su cabeza, decían llorando y lamentándose: «¡Ay, ay de la Gran Ciudad, donde se hicieron muy ricos, gracias a su lujo, cuantos tenían naves en el mar! ¡En una hora ha quedado devastada!» (Apocalipsis 18, 19)

  • Entonces un ángel poderoso tomó una piedra, tan enorme como una piedra de molino, y la arrojó al mar, diciendo: «Así, con igual violencia, será arrojada Babilonia, la Gran Ciudad, y no se volverá a ver más. (Apocalipsis 18, 21)


“Seja paciente nas aflições que o Senhor lhe manda.” São Padre Pio de Pietrelcina