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diez mil hombres elegidos de todo Israel. El combate se endureció sin que los benjaminitas se dieran cuenta de la calamidad que se les venía encima. (Jueces 20, 34)
Entonces los israelitas hicieron frente y los benjaminitas temblaron ante la calamidad que se les venía encima. (Jueces 20, 41)
Cuando alguien ofrecía un sacrificio, y mientras se estaba cociendo la carne, venía el mozo del sacerdote con un tenedor de tres dientes en la mano, (1 Samuel 2, 13)
así hacían con todos los israelitas que venían a Silo. Incluso antes de que se hubiera quemado la grasa, el sirviente del sacerdote venía y decía al que sacrificaba: «Dame la carne para asársela a su gusto al sacerdote, ya que no aceptará carne cocida, sino solamente carne cruda.» (1 Samuel 2, 15)
pues su madre le había hecho una pequeña sotana. Ella venía a verlo cada año, cuando subía con su esposo para ofrecer el sacrificio anual. (1 Samuel 2, 19)
En esto llegó Saúl, que venía del campo con sus bueyes, y dijo: «¿Por qué está llorando todo el mundo?» Cuando le contaron lo que sucedía, (1 Samuel 11, 5)
David le respondió: «Cuando estaba guardando el rebaño de mi padre y venía un león o un oso y se llevaba una oveja del rebaño, (1 Samuel 17, 34)
Absalón se levantaba muy temprano y se ponía junto al camino que lleva a la Puerta, y cada vez que un hombre venía al tribunal del rey, por algún pleito, lo llamaba y le preguntaba: «¿De qué ciudad eres tú?» Y si el otro respondía: «Soy de una de las tribus de Israel», entonces Absalón le decía: (2 Samuel 15, 2)
Luego venía el Salón de las columnas, al que dio veinticinco metros de largo y quince de ancho, con un vestíbulo por delante. (1 Reyes 7, 6)
Cuando veían que la caja estaba llena, un secretario del rey venía y, con el sumo sacerdote, la sacaban y contaban el dinero. (2 Reyes 12, 11)
Pero el rey de Asur descubrió que Oseas lo traicionaba, ya que había enviado mensajeros a So, rey de Egipto,y no le pagaba los impuestos como lo venía haciendo cada año. Salmanasar lo hizo detener y luego encarcelar. (2 Reyes 17, 4)
Porque el rey tenía naves que navegaban a Tarsis con los servidores de Hiram, y cada tres años venía la flota de Tarsis trayendo oro y plata, marfil, monos y pavos reales. (2 Crónicas 9, 21)