Amós, 6
11. Pues el Señor lo ordena, y, a un golpe, la casa grande se desploma y la pequeña se hunde.
11. Pues el Señor lo ordena, y, a un golpe, la casa grande se desploma y la pequeña se hunde.
El capítulo 6 de Amos aborda la complacencia y la arrogancia de Israel en su prosperidad, ignorando la justicia social y la voluntad de Dios. En lugar de confiar en Dios y seguir sus mandamientos, confían en su propia riqueza y poder. Aquí hay cinco versos relacionados con los temas del capítulo:
Proverbios 1:32 - "Porque la apostasía de lo simple los matará, y la prosperidad de los tontos los destruirá". Este versículo habla sobre cómo la prosperidad puede llevar a las personas a desviarse de Dios y sus caminos, que es exactamente lo que le sucedió a Israel en Amós 6.
Eclesiastés 5:10 - "El que ama el dinero nunca tendrá suficiente; quien ama las riquezas nunca estará satisfecho con sus ingresos. Esto también es vanidad". Este versículo enfatiza como la búsqueda incesante de riquezas y prosperidad puede ser vano e insatisfactorio.
Isaías 5:8 - "¡Ay de aquellos que agregan a casa la casa y agregan campo al campo hasta que no haya más lugar para nadie y sean los únicos habitantes de la tierra!" Este verso condena la codicia y la concentración de riqueza en manos de unos pocos, algo que también es criticado en Amós 6.
Jeremías 22:17 - "Pero tus ojos y tu corazón son solo para tu codicia, por tu violencia, para derramar sangre inocente y practicar la opresión y la extorsión". Este versículo acusa a aquellos que ponen su propia riqueza y poder por encima de la justicia y la compasión por los demás, nuevamente relacionadas con las críticas de Amos 6.
1 Timoteo 6:17 - "Envíe a los ricos de este mundo para que no sean altivos, ni tengan esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, lo que nos da todas las cosas para disfrutarlas". Este versículo alienta a los ricos a no estar orgullosos de su riqueza y no confiar en ella como su seguridad o fuente de felicidad, algo que los israelitas en Amós 6 no entendieron.
“Ouço interiormente uma voz que constantemente me diz: Santifique-se e santifique!” São Padre Pio de Pietrelcina
