Löydetty 609 Tulokset: estaba

  • sólo tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su propia religión y de un tal Jesús, que ha muerto y que Pablo decía que estaba vivo. (Hechos 25, 19)

  • Los indígenas nos trataron con una humanidad poco común; como estaba lloviendo y hacía frío, encendieron una hoguera y nos invitaron a calentarnos. (Hechos 28, 2)

  • El padre de Publio estaba en cama, atacado de fiebre y disentería. Pablo lo visitó; rezó, le impuso las manos y lo curó. (Hechos 28, 8)

  • y padre también de los circuncidados, que no sólo están circuncidados, sino que siguen también las huellas de la fe de nuestro padre Abrahán cuando no estaba circuncidado. (Romanos 4, 12)

  • Su fe no decayó, aunque veía que su cuerpo estaba ya sin vigor al tener casi cien años, y que el seno de Sara estaba ya como muerto. (Romanos 4, 19)

  • En un tiempo en que no había ley, yo estaba vivo; pero cuando llegó el mandamiento, el pecado revivió, (Romanos 7, 9)

  • Que cada uno permanezca en el estado en que estaba cuando Dios le llamó. (I Corintios 7, 20)

  • mi corazón no estaba tranquilo por no haber encontrado a Tito, mi hermano. Me despedí de ellos, y partí para Macedonia. (II Corintios 2, 13)

  • Pues Dios, por medio de Cristo, estaba reconciliando el mundo, no teniendo en cuenta sus pecados y haciéndonos a nosotros depositarios de la palabra de la reconciliación. (II Corintios 5, 19)

  • Y si a él le dije que estaba orgulloso de vosotros, no me habéis dejado en mal lugar; pues así como es verdad todo lo que os dije a vosotros, también lo es lo que le dije a él: que estoy orgulloso de vosotros. (II Corintios 7, 14)

  • He aceptado dinero de otras iglesias, con la impresión de que les estaba explotando, para estar a vuestro servicio. (II Corintios 11, 8)

  • Cuando estaba entre vosotros y necesité algo no fui carga para nadie, pues remediaron mi necesidad los hermanos llegados de Macedonia; me guardé muy bien y me seguiré guardando de ser carga para nadie. (II Corintios 11, 9)


“Há alegrias tão sublimes e dores tão profundas que não se consegue exprimir com palavras. O silêncio é o último recurso da alma, quando ela está inefavelmente feliz ou extremamente oprimida!” São Padre Pio de Pietrelcina