Löydetty 65 Tulokset: entraron

  • Entraron en Jerusalén y, al son de las arpas, cítaras y trompetas, se dirigieron al templo del Señor. (II Crónicas 20, 28)

  • Tomó, finalmente, a los jefes de centuria, a los nobles, a cuantos tenían autoridad en el pueblo y al pueblo entero y llevaron al rey del templo al palacio real; entraron por la puerta superior y lo sentaron sobre el trono real. (II Crónicas 23, 20)

  • reunieron a sus hermanos, se purificaron y, siguiendo la orden del rey y las palabras del Señor, entraron a purificar el templo. (II Crónicas 29, 15)

  • Entraron los sacerdotes en el interior del templo para purificarlo, y sacaron fuera, al atrio del templo del Señor, todas las cosas impuras que encontraron dentro del templo, y los levitas las tiraron al torrente Cedrón. (II Crónicas 29, 16)

  • Entraron los hijos y se apoderaron de la tierra; tú humillaste ante ellos a sus habitantes los cananeos, y los entregaste en sus manos, a ellos, a sus reyes y a los pueblos del país, para que los tratasen a su gusto. (Nehemías 9, 24)

  • Entraron en batalla cinco mil hombres del ejército de Lisias. (I Macabeos 4, 34)

  • Algunos sacerdotes cayeron aquel día, pues, queriendo hacerse los valientes, entraron imprudentemente en batalla. (I Macabeos 5, 67)

  • Los sacerdotes entraron y, de pie ante el altar del templo y entre sollozos, dijeron: (I Macabeos 7, 36)

  • Fueron a Roma. Después de un viaje muy largo, entraron en el senado y dijeron: (I Macabeos 8, 19)

  • La caballería se dispersó por la llanura, y los fugitivos llegaron a Asdod y entraron en el templo de Dagón, su ídolo, para salvar la vida. (I Macabeos 10, 83)

  • Así, sin ser molestados, entraron en Judea, lloraron a Jonatán y a los suyos y se llenaron de gran temor. Todo Israel hizo duelo. (I Macabeos 12, 52)

  • Los judíos entraron el 23 del segundo mes, el año 171, con aclamaciones y palmas, al son de las arpas, címbalos y cítaras, cantando himnos y cánticos por haber sido vencido tan gran enemigo de Israel. (I Macabeos 13, 51)


“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina