Löydetty 1384 Tulokset: Pie

  • Nadie se engañe a sí mismo. Si alguno entre vosotros piensa que es sabio según la sabiduría de este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. (I Corintios 3, 18)

  • y bebieron la misma bebida espiritual. Bebían de la piedra espiritual que les seguía; y la piedra era Cristo. (I Corintios 10, 4)

  • No provoquemos al Señor como algunos de ellos lo hicieron, y perecieron mordidos por las serpientes. (I Corintios 10, 9)

  • Aunque el pie diga: "Como no soy mano, no soy del cuerpo", no por eso deja de ser del cuerpo. (I Corintios 12, 15)

  • El ojo no puede decir a la mano: "No te necesito"; ni la cabeza a los pies: "No os necesito". (I Corintios 12, 21)

  • Pues es necesario que él reine hasta poner a todos sus enemigos bajo sus pies. (I Corintios 15, 25)

  • porque todo lo puso bajo sus pies. Pero cuando dice que todo le está sometido, está claro que exceptúa a Dios, que fue quien le sometió todas las cosas. (I Corintios 15, 27)

  • Porque somos el perfume que Cristo ofrece a Dios, tanto para los que se salvan como para los que se pierden: (II Corintios 2, 15)

  • pues es claro que vosotros sois una carta de Cristo redactada por mí y escrita, no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne, en vuestros corazones. (II Corintios 3, 3)

  • Y si el ministerio de muerte, grabado en letras sobre piedras, fue glorioso hasta el punto que los israelitas no podían mirar fijamente al rostro de Moisés a causa del resplandor, que era pasajero, (II Corintios 3, 7)

  • Si todavía queda encubierto nuestro evangelio, lo es para los que se pierden, (II Corintios 4, 3)

  • Pues aunque os entristecí con la carta, no me arrepiento. Y si antes me pesó, viendo que aquella carta os entristeció, aunque por breve tiempo, (II Corintios 7, 8)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina