Löydetty 675 Tulokset: Ojos
Los filisteos lo apresaron, le sacaron los ojos y lo llevaron a Gaza. Lo sujetaron con dos cadenas de bronce y le pusieron a moler el grano en la cárcel. (Jueces 16, 21)
Entonces Sansón invocó al Señor así: "Señor, Señor, te lo suplico, acuérdate de mí. Dame las fuerzas tan sólo una vez más, y de un solo golpe me vengaré de todos los filisteos por la pérdida de mis ojos". (Jueces 16, 28)
Pero entonces comenzó a levantarse de la ciudad la señal, una columna de humo; y Benjamín, volviendo los ojos atrás, se dio cuenta del incendio de la ciudad, que subía al cielo. (Jueces 20, 40)
Pero no haré desaparecer de mi altar a todos los tuyos, para que se consuman de envidia sus ojos y desfallezca de dolor su alma; y la mayor parte de tu familia morirá por la espada en la plenitud de la edad. (I Samuel 2, 33)
Un día Elí permanecía acostado en su habitación. Sus ojos se habían debilitado y ya no podía ver. (I Samuel 3, 2)
Elí tenía noventa y ocho años, sus ojos se habían quedado fijos y ya no veía. (I Samuel 4, 15)
Estad atentos y ved este gran prodigio que el Señor va a hacer ante vuestros ojos. (I Samuel 12, 16)
¿No estamos en el tiempo de la siega del trigo? Pues bien, voy a invocar al Señor y él mandará truenos y lluvia, para que sepáis y veáis el gran mal que le habéis hecho a los ojos del Señor al pedir para vosotros un rey". (I Samuel 12, 17)
Pero Jonatán no había oído el juramento que su padre hizo prestar al pueblo; y, alargando la punta del bastón que tenía en la mano, lo metió en un panal de miel, se lo llevó a la boca y sus ojos se iluminaron. (I Samuel 14, 27)
Jonatán respondió: "Mi padre ha causado mucho mal al país; mirad cómo mis ojos se han iluminado cuando yo he gustado un poco de miel. (I Samuel 14, 29)
A partir de este día, Saúl miró a David con malos ojos. (I Samuel 18, 9)
Hoy mismo has visto con tus propios ojos cómo el Señor te puso en mis manos en la cueva, y no he querido matarte. Te he perdonado, diciéndome: No pondré mi mano sobre mi señor, porque es el ungido del Señor. (I Samuel 24, 11)