Löydetty 240 Tulokset: Faraón

  • los milagros y prodigios que obró en Egipto contra el Faraón y toda su tierra; (Deuteronomio 11, 3)

  • Moisés convocó a todo Israel y le dijo: Habéis visto lo que el Señor hizo en Egipto al Faraón, a sus funcionarios y a todo el país; (Deuteronomio 29, 1)

  • ni por los milagros y prodigios que el Señor le mandó hacer en Egipto contra el Faraón, sus funcionarios y todo su territorio, (Deuteronomio 34, 11)

  • Un hombre de Dios fue a ver a Elí y le dijo: "Esto dice el Señor: Yo me manifesté claramente a la familia de tu padre, cuando estaban en Egipto, esclavos del Faraón. (I Samuel 2, 27)

  • No seáis testarudos, como fueron los egipcios y el Faraón; Dios los castigó duramente hasta que dejaron salir a los israelitas. (I Samuel 6, 6)

  • Salomón emparentó con el Faraón, rey de Egipto, casándose con una hija suya. La llevó a la ciudad de David, hasta que acabase de edificar su palacio, el templo del Señor y las murallas en torno a Jerusalén. (I Reyes 3, 1)

  • Del mismo estilo hizo la propia casa, en un atrio distinto detrás del pórtico; y a la hija del Faraón, que había tomado por esposa, le hizo una casa al estilo del pórtico. (I Reyes 7, 8)

  • Faraón, rey de Egipto, se había apoderado de Guézer y le había pegado fuego matando a los cananeos que habitaban la ciudad, y la había dado luego en dote a su hija, esposa de Salomón. (I Reyes 9, 16)

  • Cuando la hija del Faraón se trasladó de la ciudad de David al palacio que le había edificado, Salomón construyó el terraplén. (I Reyes 9, 24)

  • Pero el rey Salomón, además de la hija del Faraón, amó a muchas mujeres extranjeras, moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas, (I Reyes 11, 1)

  • Partieron de Madián, llegaron a Parán, tomaron de allí varios hombres y entraron en Egipto, al amparo del Faraón, rey de Egipto. Éste le dio casa, alimentos y tierras. (I Reyes 11, 18)

  • Hadad le cayó bien al Faraón, que le dio por esposa a la hermana de su mujer, o sea, la hermana de la reina Tafnes. (I Reyes 11, 19)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina