Löydetty 254 Tulokset: salió

  • Salió Jiram de Tiro para ver las ciudades que le había dado Salomón y no le agradaron, (I Reyes 9, 12)

  • Por aquel tiempo salió Jeroboam de Jerusalén, y el profeta Ajías de Silo le encontró en el camino. Iba éste cubierto con un manto nuevo y estaban los dos solos en el campo. (I Reyes 11, 29)

  • Jeroboam fortificó Siquem, en la montaña de Efraím, y habitó en ella. Salió de ella y fortificó Penuel. (I Reyes 12, 25)

  • Estando Abdías en camino, le salió Elías al encuentro. Le reconoció y cayó sobre su rostro y dijo: ¿Eres tú Elías, mi señor?» (I Reyes 18, 7)

  • Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se puso a la entrada de la cueva. Le fue dirigida una voz que le dijo: «¿Qué haces aquí, Elías?» (I Reyes 19, 13)

  • Salió el rey de Israel y se apoderó de los caballos y carros, infligiendo a Aram una gran derrota. (I Reyes 20, 21)

  • Los hombres lo tomaron como buen augurio y se apresuraron a tomarle la palabra diciendo: «Hermano tuyo es Ben Hadad.» El dijo: «Id a traerlo.» Ben Hadad salió hacia él, y él le hizo subir a su carro. (I Reyes 20, 33)

  • Le respondieron: «Nos salió al paso un hombre que nos dijo: "Andad, volveos al rey que os ha enviado y decidle: Así habla Yahveh: ¿Acaso porque no hay Dios en Israel envías tú a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? Por eso, del lecho al que has subido no bajarás, porque de cierto morirás."» (II Reyes 1, 6)

  • Les preguntó: «¿Qué aspecto tenía el hombre que os salió al paso y os dijo estas palabras?» (II Reyes 1, 7)

  • Salió la comunidad de los profetas que había en Betel al encuentro de Eliseo y le dijeron: «¿No sabes que Yahveh arrebatará hoy a tu señor por encima de tu cabeza?» Respondió: «También yo lo sé. ¡Callad!» (II Reyes 2, 3)

  • Aquel día salió el rey Joram de Samaría y pasó revista a todo Israel. (II Reyes 3, 6)

  • Subió y le acostó sobre el lecho del hombre de Dios, cerró tras el niño y salió. (II Reyes 4, 21)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina