Löydetty 736 Tulokset: iba

  • Y todo esto, para vuestro bien a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. (II Corintios 4, 15)

  • Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal. (II Corintios 5, 10)

  • Y como cooperadores suyos que somos, os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. (II Corintios 6, 1)

  • Entonces, ¿para qué la ley? Fue añadida en razón de las transgresiones hasta que llegase la descendencia, a quien iba destinada la promesa, ley que fue promulgada por los ángeles y con la intervención de un mediador. (Gálatas 3, 19)

  • Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre, (Gálatas 4, 26)

  • Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad, (Efesios 2, 14)

  • Y aun cuando mi sangre fuera derramada como libación sobre el sacrificio y la ofrenda de vuestra fe, me alegraría y congratularía con vosotros. (Filipenses 2, 17)

  • para que sus corazones reciban ánimo y, unidos íntimamente en el amor, alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y perfecto conocimiento del Misterio de Dios, (Colosenses 2, 2)

  • Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. (Colosenses 3, 1)

  • Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. (Colosenses 3, 2)

  • ya cuando estábamos con vosotros os predecíamos que íbamos a sufrir tribulaciones, y es lo que ha sucedido, como sabéis. (I Tesalonicenses 3, 4)

  • En cuanto al amor mutuo, no necesitáis que os escriba, ya que vosotros habéis sido instruidos por Dios para amaros mutuamente. (I Tesalonicenses 4, 9)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina