Löydetty 736 Tulokset: iba

  • Al día siguiente se reunieron en Jerusalén sus jefes, ancianos y escribas, (Hechos 4, 5)

  • La Palabra de Dios iba creciendo; en Jerusalén se multiplicó considerablemente el número de los discípulos, y multitud de sacerdotes iban aceptando la fe. (Hechos 6, 7)

  • De esta forma amotinaron al pueblo, a los ancianos y escribas; vinieron de improviso, le prendieron y le condujeron al Sanedrín. (Hechos 6, 12)

  • «Conforme se iba acercando el tiempo de la promesa que Dios había hecho a Abraham, creció el pueblo y se multiplicó en Egipto, (Hechos 7, 17)

  • Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de la Palabra. (Hechos 8, 4)

  • «Dadme a mí también este poder para que reciba el Espíritu Santo aquel a quien yo impoga las manos.» (Hechos 8, 19)

  • El pasaje de la Escritura que iba leyendo era éste: «Fue llevado como una oveja al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, así él no abre la boca. (Hechos 8, 32)

  • Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto; oían la voz, pero no veían a nadie. (Hechos 9, 7)

  • Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la ciudad, subió Pedro al terrado, sobre la hora sexta, para hacer oración. (Hechos 10, 9)

  • Cuando ya Herodes le iba a presentar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas; también había ante la puerta unos centinelas custodiando la cárcel. (Hechos 12, 6)

  • Conforme iban pasando por las ciudades, les iban entregando, para que las observasen, las decisiones tomadas por los apóstoles y presbíteros en Jerusalén. (Hechos 16, 4)

  • Despertó el carcelero y al ver las puertas de la cárcel abiertas, sacó la espada e iba a matarse, creyendo que los presos habían huido. (Hechos 16, 27)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina