Löydetty 102 Tulokset: fui

  • Prestadme oído, seguidores de lo justo, los que buscáis a Yahveh. Reparad en la peña de donde fuisteis tallados, y en la cavidad de pozo de donde fuisteis excavados. (Isaías 51, 1)

  • Porque así dice Yahveh: De balde fuisteis vendidos, y sin plata seréis rescatados. (Isaías 52, 3)

  • Pues bien, ¿de quién te asustaste y tuviste miedo, que fuiste embustera, y de mí no te acordaste, no hiciste caso de ello? ¿No es que porque me callé desde siempre, a mí no me temiste? (Isaías 57, 11)

  • Te haces encontradizo de quienes se alegran y practican justicia y recuerdan tus caminos. He aquí que estuviste enojado, pero es que fuimos pecadores; estamos para siempre en tu camino y nos salvaremos. (Isaías 64, 4)

  • ¡Vaya generación la vuestra!; atended a la palabra de Yahveh: ¿Fui yo un desierto para Israel o una tierra malhadada? ¿Por qué, entonces, dice mi pueblo: «¡Bajemos! No vendremos más a ti.»? (Jeremías 2, 31)

  • Alza los ojos a los calveros y mira: ¿en dónde no fuiste gozada? A la vera de los caminos te sentabas para ellos, como el árabe en el desierto, y manchaste la tierra con tus fornicaciones y malicia. (Jeremías 3, 2)

  • Yo fui y la escondí en el Eufrates como me había mandado Yahveh. (Jeremías 13, 5)

  • Yo fui al Eufrates, cavé, recogí la faja del sitio donde la había escondido y he aquí que se había echado a perder la faja: no valía para nada. (Jeremías 13, 7)

  • Bien he oído a Efraím lamentarse: «Me corregiste y corregido fui, cual becerro no domado. Hazme volver y volveré, pues tú, Yahveh, eres mi Dios. (Jeremías 31, 18)

  • Te puse lazo y quedaste atrapada, Babilonia, sin darte cuenta; se dio contigo y fuiste capturada, porque contra Yahveh te sublevaste. (Jeremías 50, 24)

  • Entonces pasé yo junto a ti y te vi. Era tu tiempo, el tiempo de los amores. Extendí sobre ti el borde de mi manto y cubrí tu desnudez; me comprometí con juramento, hice alianza contigo - oráculo del señor Yahveh - y tú fuiste mía. (Ezequiel 16, 8)

  • Os haré salir de entre los pueblos y os reuniré de los países donde fuisteis dispersados, con mano fuerte y tenso brazo, con furor derramado; (Ezequiel 20, 34)


“Há duas razões principais para se orar com muita satisfação: primeiro para render a Deus a honra e a glória que Lhe são devidas. Segundo, para falar com São Padre Pio de Pietrelcina