Löydetty 102 Tulokset: fui
Partimos del Horeb y fuimos por ese enorme y temible desierto que habéis visto, camino de la montaña de los amorreos, como Yahveh nuestro Dios nos había mandado, y llegamos a Cadés Barnea. (Deuteronomio 1, 19)
Yo os hablé, pero vosotros no me escuchasteis; fuisteis rebeldes a la orden de Yahveh y tuvisteis la osadía de subir a la montaña. (Deuteronomio 1, 43)
Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto y que Yahveh tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo; por eso Yahveh tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo; por eso Yahveh tu Dios te ha mandado guardar el día del sábado. (Deuteronomio 5, 15)
(Amad al forastero porque forasteros fuisteis vosotros en el país de Egipto.) (Deuteronomio 10, 19)
Recordarás que tu fuiste esclavo en el país de Egipto y que Yahveh tu Dios te rescató: por eso te mando esto hoy. (Deuteronomio 15, 15)
Te acordarás de que fuiste esclavo en Egipto y cuidarás de poner en práctica estos preceptos. (Deuteronomio 16, 12)
No tendrás por abominable al idumeo, porque es tu hermano; tampoco al egipcio tendrás por abominable, porque fuiste forastero en su país. (Deuteronomio 23, 8)
Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto y que Yahveh tu Dios te rescató de allí. Por eso te mando hacer esto. (Deuteronomio 24, 18)
Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto. Por eso te mando hacer esto. (Deuteronomio 24, 22)
Y el otro le respondió: «Estamos de paso, venimos de Belén de Judá y vamos hasta los confines de la montaña de Efraím, de donde soy. Fui a Belén de Judá y ahora vuelvo a mi casa, pero nadie me ha ofrecido su casa. (Jueces 19, 18)
Cuando David vio al ángel que hería al pueblo, dijo a Yahveh: «Yo fui quien pequé, yo cometí el mal, pero estas ovejas ¿qué han hecho? Caiga, te suplico, tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre.» (II Samuel 24, 17)
Y dijo David a Dios: «Yo fui quien mandé hacer el censo del pueblo. Yo fui quien pequé, yo cometí el mal; pero estas ovejas, ¿qué han hecho? ¡Oh Yahveh, Dios mío, caiga tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre, y no haya plaga entre tu pueblo!» (I Crónicas 21, 17)