Löydetty 294 Tulokset: ejércitos celestiales

  • serás visitada por el Señor de los ejércitos, con trueno, fragor y gran estruendo, huracán, tempestad y llama de fuego devorador. (Isaías 29, 6)

  • Porque así me ha hablado el Señor: Como gruñe el león o el cachorro de león sobre su presa, cuando se llama contra él a todos los pastores, sin dejarse intimidar por sus gritos ni amedrentarse por el tumulto, así el Señor de los ejércitos bajará a combatir sobre la montaña de Sión y su colina. (Isaías 31, 4)

  • Como pájaros que revolotean, así el Señor de los ejércitos protegerá a Jerusalén: él protegerá, salvará, perdonará, librará. (Isaías 31, 5)

  • Porque el Señor está irritado contra todas las naciones y enfurecido contra todos sus ejércitos: los ha consagrado al exterminio, los ha destinado a la matanza. (Isaías 34, 2)

  • "Señor de los ejércitos, Dios de Israel, que tienes tu trono sobre los querubines: tú solo eres el Dios de todos los reinos de la tierra, tú has hecho el cielo y la tierra. (Isaías 37, 16)

  • Porque de Jerusalén saldrá un resto, y del monte Sión, algunos sobrevivientes. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto. (Isaías 37, 32)

  • Entonces Isaías dijo a Ezequías: "Escucha la palabra del Señor de los ejércitos: (Isaías 39, 5)

  • Así habla el Señor, el Rey de Israel, su redentor, el Señor de los ejércitos: Yo soy el Primero y yo soy el Último, y no hay ningún dios fuera de mí. (Isaías 44, 6)

  • Yo lo suscité en la justicia y allanaré todos sus caminos. Él reconstruirá mi ciudad y repatriará a mis desterrados, sin pago ni soborno, dice el Señor de los ejércitos. (Isaías 45, 13)

  • dice nuestro redentor: su nombre es Señor de los ejércitos, el Santo de Israel. (Isaías 47, 4)

  • -Sin embargo, ellos se llaman "Los de la Ciudad Santa" y se apoyan en el Dios de Israel, cuyo nombre es Señor de los ejércitos-. (Isaías 48, 2)

  • Porque yo soy el Señor, tu Dios, que agito el mar, y rugen las olas: mi nombre es Señor de los ejércitos. (Isaías 51, 15)


“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina