Löydetty 294 Tulokset: ejércitos celestiales

  • ¡Pueblo mío, trillado y aventado en la era, lo que oí del Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, te lo he anunciado! (Isaías 21, 10)

  • Porque es un día de confusión, de humillación y consternación, enviado por el Señor de los ejércitos: en el valle de la Visión se socavaba el muro, el clamor llegaba a la montaña. (Isaías 22, 5)

  • Aquel día, el Señor de los ejércitos convocaba al llanto y al luto, a raparse la cabeza y vestirse de sayal; (Isaías 22, 12)

  • El señor de los ejércitos se ha revelado a mi oído: No, esta falta no les será expiada hasta que ustedes mueran, dice el Señor de los ejércitos. (Isaías 22, 14)

  • Así habla el Señor de los ejércitos: "Ve a encontrarte con ese intendente, Sebná, el mayordomo de palacio, (Isaías 22, 15)

  • Aquel día -oráculo del Señor de los ejércitos- cederá la estaca clavada en un sitio firme, se quebrará, caerá, y la carga que estaba sobre ella será destruida, porque ha hablado el Señor. (Isaías 22, 25)

  • Lo ha concebido el Señor de los ejércitos, para envilecer la soberbia de todo esplendor, para humillar a los grandes de la tierra. (Isaías 23, 9)

  • La luna se sonrojará y el sol se avergonzará, porque reinará el Señor de los ejércitos sobre el monte Sión y en Jerusalén, y ante sus ancianos resplandecerá la Gloria. (Isaías 24, 23)

  • El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados, decantados. (Isaías 25, 6)

  • Aquel día, el Señor de los ejércitos será una espléndida corona y una diadema de gloria para el resto de su pueblo; (Isaías 28, 5)

  • Por lo tanto, dejen de burlarse, no sea que se aprieten más las ataduras, porque es un decreto de exterminio el que yo escuché de parte del Señor de los ejércitos contra todo el país. (Isaías 28, 22)

  • También esto procede del Señor de los ejércitos, admirable por su consejo y grande por su destreza. (Isaías 28, 29)


“Recorramos a Jesus e não às pessoas, pois só ele nunca nos faltará.” São Padre Pio de Pietrelcina