Löydetty 95 Tulokset: setenta

  • Joab entregó a David la cifra del censo del pueblo: había en todo Israel un millón cien mil hombres capaces de manejar las armas, y en Judá, cuatrocientos setenta mil. (1 Crónicas 21, 5)

  • Yavé, pues, envió la peste sobre Israel y murieron setenta mil hombres. (1 Crónicas 21, 14)

  • Salomón alistó setenta mil hombres para transportar cargas, ochenta mil canteros en el monte y tres mil seiscientos capataces para ellos. (2 Crónicas 2, 1)

  • De ellos destinó setenta mil para el transporte de cargas, ochenta mil para las canteras en las montañas y tres mil seiscientos como capataces para hacer trabajar al pueblo. (2 Crónicas 2, 17)

  • El número de los holocaustos ofrecidos fue de setenta bueyes, cien carneros y doscientos corderos; todos ellos consumidos por el fuego para Yavé. (2 Crónicas 29, 32)

  • Así se cumplió la palabra de Yavé, por boca de Jeremías: «Hasta que el país haya pagado sus sábados, quedará desolado y descansará todos los días hasta que se cumplan los setenta años.» (2 Crónicas 36, 21)

  • de los hijos de Adín, Ebed, hijo de Atalía, y con él setenta hombres; (Esdras 8, 6)

  • de los hijos de Adonicam, los últimos, y he aquí sus nombres: Elifelet, Jeiel y Semeyas, y con ellos setenta hombres; (Esdras 8, 13)

  • Los judíos que habían vuelto del destierro ofrecieron sacrificios al Dios de Israel: doce novillos por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos y doce machos cabríos por el pecado. Todo como víctimas quemadas a Yavé. (Esdras 8, 35)

  • El tiempo de nuestros años es de setenta, y de ochenta si somos robustos. La mayoría son de pena y decepción, transcurren muy pronto y nos llevan volando. (Salmos 90, 10)

  • Ellos le creyeron; él, sin embargo, hizo arrestar a setenta de ellos, a los que ejecutó en un solo día, según la palabra de la Escritura: (1 Macabeos 7, 16)

  • El año ciento setenta Israel quedó libre del yugo de los paganos, (1 Macabeos 13, 41)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina