Löydetty 89 Tulokset: nueva
Pues, así como el arquitecto de una casa nueva tiene que preocuparse de toda la construcción, en tanto que los pintores y decoradores sólo se preocupan de lo que se refiere a su oficio, así es lo que nos sucede a nosotros. (2 Macabeos 2, 29)
Ya antiguamente, mientras perecían los gigantes orgullosos, el justo que llevaba consigo la esperanza del universo, se refugió en una balsa; guiado por tu mano, dejó al mundo la semilla de una nueva humanidad. (Sabiduría 14, 6)
Más tarde vieron además como nacían pájaros de una manera nueva, cuando el hambre los apretaba y pedían una comida más sustancial; (Sabiduría 19, 11)
De la luna nueva toma su nombre el mes: ¡qué maravilla cuando llega a su creciente! Ella es el estandarte de los ejércitos celestiales, mientras ilumina la extensión del firmamento. (Sirácides (Eclesiástico) 43, 8)
Sube a un alto cerro tú que le llevas a Sión una buena nueva. ¡Haz resonar tu voz, grita sin miedo, tú que llevas a Jerusalén la noticia! Diles a las ciudades de Judá: «¡Aquí está su Dios!» (Isaías 40, 9)
yo fui el primero que dije a Sión: «Aquí están.» y mandé la Buena Nueva a Jerusalén. (Isaías 41, 27)
Pues yo voy a realizar una cosa nueva, que ya aparece. ¿No la notan? Sí, trazaré una ruta en las soledades y pondré praderas en el desierto. (Isaías 43, 19)
Pues Yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva y el pasado no se volverá a recordar más ni vendrá más a la memoria. (Isaías 65, 17)
Así como los nuevos cielos y la nueva tierra que voy a crear durarán para siempre, así también tu nombre y tu raza permanecerán siempre. (Isaías 66, 22)
Cada luna nueva y cada sábado, todo hombre vendrá a postrarse ante mí, dice Yavé, (Isaías 66, 23)
Al enterarse de esto, los jefes de Judá subieron desde el palacio del rey a la Casa de Yavé, donde se sentaron para juzgar el asunto a la entrada de la Puerta Nueva. (Jeremías 26, 10)
¿Hasta cuándo andarás de aquí para allá, hija rebelde? Porque Yavé ha presentado una cosa nueva en la tierra: la mujer es la que busca a su marido. (Jeremías 31, 22)