Löydetty 15 Tulokset: heridos
El escudo de Saúl no estaba ungido con aceite sino con la sangre de los heridos y con la grasa de los guerreros.El arco de Jonatán no retrocedió jamás ni la espada de Saúl se blandía en vano. (2 Samuel 1, 22)
Los filisteos pelearon contra Israel; huyeron los hombres de Israel ante los filisteos, y cayeron heridos de muerte en el monte Gelboé. (1 Crónicas 10, 1)
Los heridos llenarán los valles, y los cadáveres harán desbordar los ríos. (Judit 2, 8)
En la ciudad gimen los moribundos, y los heridos piden socorro, pero Dios no atiende a sus súplicas. (Job 24, 12)
Pero Dios les lanza sus flechas, y se ven heridos de repente. (Salmos 64, 8)
Rodeando al Macabeo, lo defendían con sus armas, haciéndolo invulnerable, y al mismo tiempo lanzaban flechas y rayos contra los enemigos, que caían y se dispersaban en el mayor desorden, heridos de ceguera. (2 Macabeos 10, 30)
y obligaron a huir a los demás. La mayoría de ellos huyeron heridos y desarmados. Hasta el mismo Lisias, para poder salvarse, huyó vergonzosamente. (2 Macabeos 11, 12)
Cuando se presentó el primer batallón de Judas, el miedo y el pánico se apoderaron de los enemigos como consecuencia de una aparición de Aquel que todo lo ve. Emprendieron la fuga, unos por un lado, y otros, por otro, de manera que eran arrastrados por sus propios compañeros y heridos por sus mismas espadas. (2 Macabeos 12, 22)
Por eso fueron heridos de ceguera como les había ocurrido a los habitantes de Sodoma frente a la puerta de Lot, el justo: se encontraron en la oscuridad y cada uno tuvo que buscar, a tientas, su propia puerta. (Sabiduría 19, 17)
¡El Espíritu del Señor Yavé está sobre mí! sepan que Yavé me ha ungido. Me ha enviado con un buen mensaje para los humildes, para sanar los corazones heridos, para anunciar a los desterrados su liberación, y a los presos su vuelta a la luz. (Isaías 61, 1)
Aunque ustedes destrozaran todo el ejército de los caldeos y no les quedasen más que algunos heridos, se levantaría cada uno de ellos de su carpa e incendiaría la ciudad. (Jeremías 37, 10)
Los caldeos caerán heridos en su tierra y acuchillados en las calles de Babilonia; (Jeremías 51, 4)