Löydetty 3645 Tulokset: Una

  • Israel quería a José más que a sus otros hijos, pues le había nacido en su ancianidad; incluso le había hecho una túnica con mangas. (Génesis 37, 3)

  • Tuvo José todavía otro sueño, y también se lo contó a sus hermanos: «Tuve otro sueño; esta vez el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí.» (Génesis 37, 9)

  • lo tomaron y lo arrojaron a una cisterna que estaba seca, sin agua. (Génesis 37, 24)

  • Se sentaron para comer, cuando alzando los ojos, vieron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad, con sus camellos cargados de bálsamo, mirra y otras especias que llevaban a Egipto. (Génesis 37, 25)

  • Judá tomó como esposa para su primogénito Er, a una mujer llamada Tamar. (Génesis 38, 6)

  • Entonces Judá dijo a Onán: « Cumple con tu deber de cuñado, y toma a la esposa de tu hermano para darle descendencia a tu hermano.» (Génesis 38, 8)

  • Onán sabía que aquella descendencia no sería suya, y así, cuando tenía relaciones con su cuñada, derramaba en tierra el semen, para no darle un hijo a su hermano. (Génesis 38, 9)

  • Al pasar Judá por dicho lugar, pensó que era una prostituta, pues tenía la cara tapada. (Génesis 38, 15)

  • Entonces preguntó a la gente del lugar: «¿Dónde está la prostituta que se sienta en Enaín, al borde del camino?» Le respondieron: «Nunca ha habido prostituta alguna por allí.» (Génesis 38, 21)

  • Al dar a luz, uno de ellos sacó una mano y la partera la agarró y ató a ella un hilo rojo, diciendo: «Este ha sido el primero en salir.» (Génesis 38, 28)

  • Sucedió tiempo después, que dos funcionarios, el que preparaba las bebidas para el rey de Egipto, y el panadero principal, cometieron algunas faltas contra su señor el rey de Egipto. (Génesis 40, 1)

  • Una noche, tanto el que preparaba las bebidas, como el panadero principal del rey de Egipto, tuvieron ambos un sueño en la prisión, y cada sueño requería una interpretación. , Cuando José los vino a ver por la mañana, se dio cuenta de que estaban muy preocupados. (Génesis 40, 5)


“O mal não se vence com o mal, mas com o bem, que tem em si uma força sobrenatural.” São Padre Pio de Pietrelcina