Löydetty 252 Tulokset: Piedra viva

  • Y se lo presentó a Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le dijo: «Tú eres Simón, hijo de Juan, pero te llamarás Kefas» (que quiere decir Piedra). (Evangelio según San Juan 1, 42)

  • Había allí seis recipientes de piedra, de los que usan los judíos para sus purificaciones, de unos cien litros de capacidad cada uno. (Evangelio según San Juan 2, 6)

  • Jesús le dijo: «Si conocieras el don de Dios, si supieras quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la daría.» (Evangelio según San Juan 4, 10)

  • Ella le dijo: «señor, no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo. ¿Dónde vas a conseguir esa agua viva? (Evangelio según San Juan 4, 11)

  • el que cree en mí. Lo dice la Escritura: De él saldrán ríos de agua viva.» (Evangelio según San Juan 7, 38)

  • Como ellos insistían en preguntarle, se enderezó y les dijo: «Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le arroje la primera piedra.» (Evangelio según San Juan 8, 7)

  • Jesús, conmovido de nuevo en su interior, se acercó al sepulcro. Era una cueva cerrada con una piedra. (Evangelio según San Juan 11, 38)

  • Jesús ordenó: «Quiten la piedra.» Marta, hermana del muerto, le dijo: «Señor, ya tiene mal olor, pues lleva cuatro días.» (Evangelio según San Juan 11, 39)

  • Y quitaron la piedra. Jesús levantó los ojos al cielo y exclamó: «Te doy gracias, Padre, porque me has escuchado. (Evangelio según San Juan 11, 41)

  • y, acercándose a él, le decían: «¡Viva el rey de los judíos!» Y le golpeaban en la cara. (Evangelio según San Juan 19, 3)

  • El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida. (Evangelio según San Juan 20, 1)

  • El es la piedra que ustedes los constructores despreciaron, y que se ha convertido en piedra angular. (Hecho de los Apóstoles 4, 11)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina