Katolinen Raamattu
 

1 Samuel, 20

21. Luego mandaré a mi muchacho a buscarlas diciéndole: Anda a buscar la flecha. Si digo al joven: La flecha está más acá, tómala; entonces, vienes tú, ya que es señal de que no hay nada que temer y, ¡vive Yavé!, que estás seguro.

Aiheeseen liittyvät säkeet 1 Samuel, 20:

Capítulo 20 de 1 Samuel narra la continuación de la relación entre David y Jonathan, hijo del rey Saul. En este capítulo, Jonathan se compromete a ayudar a David a escapar de la ira de su padre y hacen un pacto de amistad. Sin embargo, el capítulo también trata la creciente hostilidad de Saul en relación con David y su determinación de matarlo. A continuación, cinco versos relacionados con los temas abordados en 1 Samuel 20:

Proverbios 17:17: "En todo momento el amigo ama, y ​​en angustia se hace el hermano". Este versículo destaca la importancia de la verdadera amistad, que es capaz de superar las adversidades y convertirse en una relación de hermanos.

Juan 15:13: "Nadie tiene mayor amor que esto, de darle a alguien su vida por sus amigos". Jonathan corre el riesgo de su vida para ayudar a David, mostrando un amor de sacrificio e incondicional, que es un ejemplo del amor de Cristo por sus amigos.

Salmo 119:63: "Soy un amigo de todos los que te temen y mantienen tus preceptos". David y Jonathan eran amigos porque compartían una fe en Dios y un compromiso con la obediencia a sus mandamientos.

Proverbios 27:6: "Las heridas hechas por el amigo son fieles, pero los besos del enemigo son engañosos". Saul demuestra ser un amigo infiel, mientras finge la amistad y es amigable con David, secretamente desea su muerte.

Salmo 27:1: "El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? ¿Es el Señor la fortaleza de mi vida; ¿de quién me temeré?" David confía en Dios para protegerlo contra las amenazas de Saúl y mantiene su fe inquebrantable, incluso en medio de la persecución y el peligro.





“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina