Biblia Católica
 

Lucas, 2

25. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él

Versos relacionados con Lucas, 2:

El capítulo 2 de Lucas describe el nacimiento de Jesús en Belén y los eventos que ocurrieron poco después. Los pastores reciben la noticia del nacimiento del Salvador, visitan al recién nacido en su pesebre y comparten las buenas noticias. Entonces Jesús se presenta en el templo, donde es reconocido como el Mesías por Simeón y Ana. A continuación hay cinco versos relacionados con estos temas:

Mateo 1:23: "La Virgen estará embarazada y dará a luz a un hijo, y lo llamará Emanuel" (es decir, "Dios con nosotros"). Este versículo es una profecía que se cumple en Lucas 2, cuando María da a luz a Jesús.

Isaías 9:6: "Para un niño nos nació, se nos ha dado un hijo, y el gobierno está sobre sus hombros. Y será llamado el maravilloso consejero, Dios poderoso, padre eterno, príncipe de la paz". Este versículo es una profecía sobre el nacimiento de Jesús y la naturaleza de su carácter y trabajo.

Lucas 1:32: "Él será genial y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios te dará el trono de su Padre David". Este versículo es una profecía sobre Jesús como el Mesías, el cumplimiento de las promesas de Dios a David.

Mateo 2:11: "Y al entrar en la casa, vio al niño con Mary, su madre y postrado, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra". Este versículo describe la visita de los magos, que trajeron regalos al recién nacido Jesús.

Lucas 2:40: "Y el niño creció y se fortaleció, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él". Este versículo indica el desarrollo de la infancia de Jesús, que creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres.





“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina