II Juan, 1
1. Yo, el presbítero, a la señora elegida y a sus hijos, que amo de verdad -no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad-,
1. Yo, el presbítero, a la señora elegida y a sus hijos, que amo de verdad -no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad-,
2 San Juan 1 es una carta escrita por Juan dirigida a una comunidad cristiana específica, en la que advierte sobre falsos maestros y les pide que continúen siguiendo las enseñanzas de Jesucristo. A continuación hay cinco versos de otros libros bíblicos relacionados con los temas cubiertos en esta carta:
1 Juan 4:1 - "Amado, no creas en todos los espíritu, pero demuestre si los espíritus provienen de Dios, porque muchos falsos profetas han salido en todo el mundo". Juan también advierte sobre la presencia de falsos profetas y la importancia de discernir entre lo que proviene de Dios y lo que no viene.
Mateo 24:24 - "Para los falsos cristios y los falsos profetas se elevarán, y hará tales grandes señales y maravillas que, si es posible, engañarían incluso a los elegidos". Jesucristo también prevé la presencia de falsos profetas y su capacidad para engañar a muchos.
2 Pedro 2:1 - "Y también hubo entre los falsos profetas entre los pueblos, ya que también habrá falsos médicos que introducirán encubiertos herejías de perdición, y negarán al Señor que los rescató, trayendo a sí mismos una perdición repentina". Pedro también advierte sobre los falsos médicos y sus herejías.
Juan 8:31-32 - "Jesús le dijo a los judíos que habían creído en él, si permaneces en mi palabra, serás realmente mis discípulos; y sabrás la verdad, y la verdad te hará libre". Juan destaca la importancia de permanecer en las enseñanzas de Jesucristo para conocer la verdad.
1 Juan 2:24 - "Por lo tanto, que desde el principio has escuchado permanece en ti. Si sigue siendo lo que has escuchado desde el principio, también permanecerás en el Hijo y el Padre". Juan refuerza la idea de permanecer en las enseñanzas de Jesucristo y el Padre.
“Não se fixe voluntariamente naquilo que o inimigo da alma lhe apresenta.” São Padre Pio de Pietrelcina
