Romanos, 8

La Biblia de Jerusalén

1 Por consiguiente, ninguna condenación pesa ya sobre los que están en Cristo Jesús.

2 Porque la ley del espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de la muerte.

3 Pues lo que era imposible a la ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios, habiendo enviado a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne,

4 a fin de que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros que seguimos una conducta, no según la carne, sino según el espíritu.

5 Efectivamente, los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual.

6 Pues las tendencias de la carne son muerte; mas las del espíritu, vida y paz,

7 ya que las tendencias de la carne llevan al odio a Dios: no se someten a la ley de Dios, ni siquiera pueden;

8 así, los que están en la carne, no pueden agradar a Dios.

9 Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece;

10 mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia.

11 Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros.

12 Así que, hermanos míos, no somos deudores de la carne para vivir según la carne,

13 pues, si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis.

14 En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.

15 Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!

16 El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.

17 Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados.

18 Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros.

19 Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios.

20 La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontaneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza

21 de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

22 Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto.

23 Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo.

24 Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve?

25 Pero esperar lo que no vemos, es aguardar con paciencia.

26 Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables,

27 y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios.

28 Por lo demas, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio.

29 Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogenito entre muchos hermanos;

30 y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó.

31 Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros?

32 El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas?

33 ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica.

34 ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros?

35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?,

36 como dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero.

37 Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó.

38 Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades

39 ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.




Versículos relacionados com Romanos, 8:

Romanos 8 es un capítulo fundamental en teología cristiana, que presenta la vida en el Espíritu y la esperanza de salvación a todos los que creen en Jesucristo. Entre los temas abordados en este capítulo están la liberación del pecado, la adopción como hijos de Dios, la vida en el espíritu y la seguridad de la salvación.

2 Corintios 3:17, "Ahora el Señor es el Espíritu, y donde el Espíritu del Señor está allí, hay libertad allí". Pablo habla de la vida en el Espíritu en Romanos 8 y 2 Corintios 3, destacando la libertad que se encuentra en Cristo.

Gálatas 4:5-7: "Para rescatar a los que están bajo la ley, para que podamos recibir la adopción de niños. Y como ustedes son niños, Dios envió el Espíritu de su Hijo a nuestro corazón, que grita:" ¡Aba, Padre! "Así que ya no eres un esclavo, sino un hijo; y, siendo un hijo, Dios también lo ha hecho heredero". Romanos 8 habla sobre la adopción como hijos de Dios y la liberación de la esclavitud del pecado, y estos temas también se abordan en Gálatas 4.

Efesios 1:13-14: "En él, cuando escuchaste y creías en la Palabra de la Verdad, el Evangelio que te salvó, estabas sellado con el Espíritu Santo de la promesa, que es la garantía de nuestra herencia hasta la redención de los que pertenecen a Dios, a la alabanza de su gloria ". Pablo destaca la seguridad de la salvación en Romanos 8 y Efesios 1, señalando que los creyentes están sellados por el Espíritu Santo como garantía de la herencia eterna.

Juan 1:12-13: "Pero para todos los que lo recibieron, a aquellos que creen en su nombre, les dieron derecho a convertirse en hijos de Dios, que no nacieron por ascendencia natural, ni por la voluntad de la carne o por voluntad de algún hombre, pero nacieron de Dios ". La adopción como hijos de Dios es un tema central en Romanos 8, y Juan 1 también señala que aquellos que creen en Jesucristo reciben el derecho de convertirse en hijos de Dios.

Hebreos 9:14: "Cuanto más la sangre de Cristo, que por el espíritu eterno se ha ofrecido inmaculado a Dios, purificará nuestra conciencia de los hechos que conducen a la muerte, ¡que podamos servir al Dios vivo!" Romanos 8 destaca la liberación del poder del pecado y la muerte, y Hebreos 9 enfatiza que es la sangre de Cristo la que purifica nuestras conciencias de los actos lo que conduce a la muerte.


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