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  • Porque sé que son muchos vuestros crímenes y enormes vuestras injusticias. Opresores del justo, os dejáis sobornar con dádivas y atropelláis al pobre en el tribunal. (Amós 5, 12)

  • Si me ofrecéis holocaustos y ofrendas, no los aceptaré; no me digno mirar el sacrificio de vuestros novillos cebados. (Amós 5, 22)

  • Pero llevaréis a Sacut, vuestro rey, y a Keván, vuestro dios, vuestros ídolos, que os habéis fabricado, (Amós 5, 26)

  • Cambiaré en duelo vuestras fiestas y en lamentos todos vuestros cánticos; cubriré de saco todos vuestros lomos y toda cabeza de calvicie; haré de este duelo un duelo de hijo único, y su final será como día de amargura. (Amós 8, 10)

  • Mirad a las gentes y observad; quedaréis maravillados y asombrados, pues va a realizarse en vuestros días una obra que no creeríais si alguno os la contara. (Habacuc 1, 5)

  • En aquel tiempo os traeré, en aquel tiempo os congregaré. Os daré gloria y renombre entre todos los pueblos de la tierra, cuando lleve a cabo vuestra restauración a vuestros propios ojos -dice el Señor-. (Sofonías 3, 20)

  • ¿Quién queda de entre vosotros que haya visto esta casa en su esplendor primero? ¿Y cómo la veis ahora? ¿No es como nada ante vuestros ojos? (Ageo 2, 3)

  • "El Señor se irritó grandemente con vuestros padres. (Zacarías 1, 2)

  • No seáis como vuestros padres, a quienes predicaron los profetas del pasado. Esto dice el Señor todopoderoso: Convertíos de vuestra mala conducta y de vuestras malas acciones. Pero no les escucharon ni me hicieron caso a mí, palabra del Señor. (Zacarías 1, 4)

  • ¿Dónde están vuestros padres? Y los profetas, ¿vivirán siempre? (Zacarías 1, 5)

  • Pero mis palabras y los preceptos que mandé a mis siervos los profetas, ¿no llegaron a vuestros padres? Entonces se convirtieron y dijeron: El Señor había pensado tratarnos según nuestra conducta y nuestras acciones, y así nos ha tratado". (Zacarías 1, 6)

  • Esto dice el Señor todopoderoso: "Como decidí castigaros porque vuestros padres me habían irritado, dice el Señor todopoderoso, y no me compadecí, (Zacarías 8, 14)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina