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  • Y el Señor omnipotente ha hablado así contra las gentes de Anatot, que andan buscando mi vida y dicen: ¡No profetices en nombre del Señor, si no quieres morir a nuestras manos! (Jeremías 11, 21)

  • y de ellos no quedará ni resto, cuando yo mande la desgracia sobre las gentes de Anatot, el año de mi visita". (Jeremías 11, 23)

  • ¿Hay acaso entre los ídolos de las gentes quien pueda hacer llover? ¿Son los cielos los que dan la lluvia? ¿No eres tú solo, Señor? ¡Oh Dios nuestro, en ti esperamos, porque eres tú quien hace todo esto!". (Jeremías 14, 22)

  • entonces, por las puertas de esta ciudad, reyes y príncipes, herederos del trono de David, entrarán montados en carrozas y caballos, ellos y sus ministros, las gentes de Judá y los habitantes de Jerusalén. Y esta ciudad será habitada eternamente. (Jeremías 17, 25)

  • Habla, pues, ahora a las gentes de Judá y a los habitantes de Jerusalén de esta manera: "Esto dice el Señor: Mirad, yo estoy preparando contra vosotros una desgracia y madurando un proyecto en daño vuestro. Arrepentíos cada uno de vuestra mala conducta, mejorad vuestra conducta, vuestra manera de actuar". (Jeremías 18, 11)

  • Y cuando pasen muchas gentes junto a Jerusalén y se pregunten: "¿Por qué el Señor ha tratado así a esta ciudad?", (Jeremías 22, 8)

  • ¿No te has fijado en lo que dicen estas gentes: "Las dos familias que el Señor había escogido han sido desechadas"? Así desprecian a mi pueblo, que para ellos ya no es una nación. (Jeremías 33, 24)

  • He recibido del Señor un mensaje, un heraldo ha sido enviado a las gentes: "Congregaos, marchad contra este pueblo, ¡en pie para la guerra!". (Jeremías 49, 14)

  • ¡Espada sobre sus caballos y sus carros, y sobre toda la amalgama de gentes que hay en medio de ella, para que sean como mujeres! (Jeremías 50, 37)

  • Judá está desterrada en la miseria y en dura esclavitud; habita en medio de las gentes y no encuentra descanso; la acosan todos sus perseguidores entre las angosturas. (Lamentaciones 1, 3)

  • Yacen sus puertas hundidas en la tierra; él quebró sus barrotes. Su rey y sus príncipes están entre las gentes; ¡ya no hay ley! Y tampoco sus profetas tienen visiones del Señor. (Lamentaciones 2, 9)

  • El aire de nuestro aliento, el ungido del Señor, quedó preso en sus fosas; aquel que decíamos: "¡A su sombra viviremos en medio de las gentes!". (Lamentaciones 4, 20)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina