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  • Midió luego el atrio: era un cuadrado de cincuenta metros de lado. El altar estaba frente al templo. (Ezequiel 40, 47)

  • un altar de madera de metro y medio de alto, un metro de largo y uno de ancho; sus ángulos, su base y su pared eran de madera. Y me dijo el personaje: "Ésta es la mesa que está delante del Señor". (Ezequiel 41, 22)

  • Éstas son las medidas del altar. La base, de medio metro de alta por medio de ancha. El bordillo, de veinticinco centímetros. Así la base del altar. (Ezequiel 43, 13)

  • Y me dijo: "Hijo de hombre, esto dice el Señor Dios: Éstas son las leyes del altar para cuando sea reconstruido, a fin de que sobre él se ofrezcan holocaustos y se derrame sangre. (Ezequiel 43, 18)

  • Tomarás de su sangre y rociarás los cuatro cuernos del altar, los cuatro ángeles del zócalo y el bordillo que rodea la base. Ésta será la purificación del altar y su expiación. (Ezequiel 43, 20)

  • Al día siguiente ofrecerás por el pecado un macho cabrío sin defecto, y el altar será purificado de la misma forma que con el novillo. (Ezequiel 43, 22)

  • Durante siete días se hará la purificación del altar; lo purificarán y lo inaugurarán. (Ezequiel 43, 26)

  • Pasada esta semana, desde el día octavo en adelante, los sacerdotes inmolarán sobre el altar vuestros sacrificios pacíficos y yo os seré propicio", dice el Señor Dios. (Ezequiel 43, 27)

  • El sacerdote tomará de la sangre del sacrificio por el pecado y la derramará sobre las jambas del templo, sobre los cuatro ángulos del zócalo del altar y sobre las jambas del pórtico del atrio interior. (Ezequiel 45, 19)

  • Después me llevó a la entrada del templo. Allí, bajo el umbral del templo, brotaba agua en dirección este, pues la fachada del templo miraba al este. Estas aguas se deslizaban de debajo del costado derecho del templo, al sur del altar. (Ezequiel 47, 1)

  • Vestíos de luto; lamentaos, sacerdotes; lanzad gritos, ministros del altar; venid, pasad la noche en sacos, ministros de mi Dios, porque la casa de vuestro Dios se ha quedado sin sacrificio y sin ofrenda. (Joel 1, 13)

  • Que entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: "Perdona a tu pueblo, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio, a la burla de las gentes. ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?". (Joel 2, 17)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina