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El Señor le dijo: "En el camino hacia Egipto recuerda los prodigios que he puesto en tu mano y que tienes que hacer delante del Faraón. Yo endureceré su corazón de modo que no dejará salir al pueblo. (Exodo 4, 21)
Recuerda el día que estabas en presencia del Señor, tu Dios, en el Horeb, cuando el Señor me dijo: Reúne al pueblo en torno mío para que yo le haga oír mis palabras y sepan temerme todos los días de su vida sobre la tierra, y enseñen a hacer otro tanto a sus hijos. (Deuteronomio 4, 10)
recuerda las grandes pruebas que vieron tus ojos, los milagros y prodigios, la mano fuerte y el brazo poderoso con los que el Señor, tu Dios, te sacó. Así hará también el Señor, tu Dios, con todos los pueblos que temes. (Deuteronomio 7, 19)
Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que el Señor, tu Dios, te dio la libertad. Por eso te ordeno esto hoy. (Deuteronomio 15, 15)
Recuerda lo que el Señor, tu Dios, hizo con María durante el viaje después de la salida de Egipto. (Deuteronomio 24, 9)
Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que el Señor, tu Dios, te dio la libertad. Por eso te ordeno que cumplas esta ley. (Deuteronomio 24, 18)
Recuerda lo que te hizo Amalec cuando estabais en camino después de la salida de Egipto: (Deuteronomio 25, 17)
Recuerda los tiempos pasados, considera los años de edad en edad. Pregunta a tu padre, que te lo cuente; a tus ancianos, que te lo digan. (Deuteronomio 32, 7)
Señor Dios, no apartes tu mirada de tu ungido. Recuerda los favores que hiciste a tu siervo David". (II Crónicas 6, 42)
Hijo mío, guárdate de toda inmoralidad, y ante todo elige una mujer de la raza de tus padres. No te cases con mujer extranjera, o que no sea de la raza de tus padres, pues somos descendientes de los profetas. Recuerda, hijo mío, que Noé, Abrahán, Isaac y Jacob, nuestros padres, se casaron con mujeres de su parentela y fueron bendecidos en sus hijos y su posteridad heredó la tierra. (Tobías 4, 12)
Bendice al Señor Dios en todo tiempo; pídele que tus caminos sean rectos y prósperos tus planes; porque no es del hombre el consejo, sino el Señor es quien da todos los bienes y humilla, según quiere, hasta lo más profundo. Recuerda, hijo mío, todos mis mandatos, y que jamás se borren de tu corazón. (Tobías 4, 19)
Recuerda que mi vida es un soplo, que mis huesos no volverán a ver la dicha. (Job 7, 7)