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  • Entonces se practicó una brecha en la ciudad, y todos los hombres de armas huyeron de noche por la puerta entre los dos muros que daban al jardín real, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, y escaparon hacia la Arabá. (II Reyes 25, 4)

  • incendió el templo del Señor y el palacio real y prendió fuego a todas las casas y palacios de Jerusalén. (II Reyes 25, 9)

  • Pero el séptimo mes llegó Ismael, hijo de Netanías y nieto de Elisamá, de estirpe real, con diez hombres y mató a Godolías y a los judíos y caldeos que estaban con él en Mispá. (II Reyes 25, 25)

  • De este modo Jeconías se quitó el traje de preso y comió a la mesa real todos los días de su vida. (II Reyes 25, 29)

  • Hasta el presente estaban encargados de la puerta real, al oriente, y eran porteros en los campamentos de los hijos de Leví. (I Crónicas 9, 18)

  • Todos estos hombres de guerra, prontos para la lucha, se reunieron en Hebrón con entusiasmo y sinceridad para proclamar a David rey de todo Israel, y los demás israelitas estaban también de acuerdo con esta proclamación real. (I Crónicas 12, 39)

  • Él edificará un templo a mi nombre; será para mí un hijo y yo seré para él un padre, y afirmaré su trono real sobre Israel para siempre. (I Crónicas 22, 10)

  • Salomón decidió construir el templo del Señor y el palacio real. (II Crónicas 1, 18)

  • Y continuaba: "Bendito sea el Señor, Dios de Israel, creador del cielo y de la tierra, que ha dado al rey David un hijo sabio, entendido, sensato y prudente, que está para construir un templo al Señor y un palacio real. (II Crónicas 2, 11)

  • Cuando Salomón terminó de construir el templo del Señor y todo cuanto se había propuesto hacer en el templo y en el palacio real, (II Crónicas 7, 11)

  • Salomón construyó el templo del Señor y el palacio real en veinte años. (II Crónicas 8, 1)

  • Con las maderas el rey hizo balaustradas para el templo del Señor y para el palacio real, y cítaras y arpas para los cantores. Nunca se había visto una madera igual en el reino de Judá. (II Crónicas 9, 11)


“De todos os que vierem pedir meu auxílio, nunca perderei nenhum!” São Padre Pio de Pietrelcina