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  • Buscad el libro de Yahveh y leed; no faltará ninguno de ellos, ninguno de ellos echará en falta a otro. Pues su misma boca lo ha ordenado y su mismo espíritu los junta. (Isaías 34, 16)

  • Ni las oíste ni las hiciste ni de antemano te fue abierto el oído, pues sé muy bien que tú eres pérfido y se te llama rebelde desde el seno materno. (Isaías 48, 8)

  • el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás. (Isaías 50, 5)

  • Y atraeré sobre aquella tierra todas las palabras que he hablado respecto a ella, todo lo que está escrito en este libro. Lo que profetizó Jeremías tocante a la generalidad de las naciones. (Jeremías 25, 13)

  • Así dice Yahveh el Dios de Israel: Escríbete todas las palabras que te he hablado en un libro. (Jeremías 30, 2)

  • Así dice Yahveh: Halló gracia en el desierto el pueblo que se libró de la espada: va a su descanso Israel. (Jeremías 31, 2)

  • Hizo Baruc, hijo de Neriyías, conforme a todo cuanto le había mandado el profeta Jeremías, y leyó en el libro las palabras de Yahveh en la Casa de Yahveh. (Jeremías 36, 8)

  • Baruc, pues, leyó en el libro las palabras de Jeremías en la Casa de Yahveh, en la cámara de Guemarías, hijo de Safán el escriba, en el patio alto, a la entrada de la Puerta Nueva de la Casa de Yahveh, a oídos de todo el pueblo. (Jeremías 36, 10)

  • Oye Miqueas, hijo de Guemarías, hijo de Safán, todas las palabras de Yahveh según el libro, (Jeremías 36, 11)

  • Y Miqueas declaró todas las palabras que había oído leer a Baruc en el libro a oídos del pueblo. (Jeremías 36, 13)

  • Díceles Baruc: «Al dictado. El me recitaba todas estas palabras y yo las iba escribiendo en el libro con tinta.» (Jeremías 36, 18)

  • Entonces Jeremías tomó otro rollo, que dio al escriba Baruc, hijo de Neriyías, y éste escribió al dictado de Jeremías todas las palabras del libro que había quemado Yoyaquim, rey de Judá, e incluso se añadió a aquéllas otras muchas por el estilo. (Jeremías 36, 32)


“Devo fazer somente a vontade de Deus e, se lhe agrado, o restante não conta.” São Padre Pio de Pietrelcina