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  • ¡Dichosos los que te amen! ¡Dichosos los que se alegren en tu paz! ¡Dichosos cuantos hombres tuvieron tristeza en todos tus castigos, pues se alegrarán en ti y verán por siempre toda tu alegría! (Tobías 13, 14)

  • Se apoderó del territorio de Cilicia y, derrotando a cuantos se le oponían, alcanzó la frontera de Jafet por el sur, frente a Arabia. (Judit 2, 25)

  • Cuando yo, tu esclava, supe todo esto, huí de ellos. Mi Dios me ha enviado para que yo haga contigo cosas de que se pasmará toda la tierra y todos cuantos las oigan. (Judit 11, 16)

  • Cuando a Ester, hija de Abijayil, tío de Mardoqueo, que la había adoptado por hija, le llegó el turno de presentarse al rey, no pidió sino lo que le indicó Hegué, el eunuco del rey encargado de las mujeres. Ester se ganaba el favor de cuantos la veían. (Ester 2, 15)

  • En todas las provincias del rey Asuero se reunieron los judíos en sus ciudades para poner la mano sobre cuantos habían intentado hacerles mal, sin que nadie les opusiera resistencia, porque el temor se había apoderado de todos los pueblos. (Ester 9, 2)

  • prestadles ayuda para que puedan rechazar a cuantos les ataquen el día designado para su destrucción, es decir, el día trece del mes doce, el mes de Adar, (Ester 16, 20)

  • Yahveh, ¡cuán numerosos son mis adversarios, cuántos los que se alzan contra mí! (Salmos 3, 2)

  • ¡Cuántos los que dicen de mi vida: «No hay salvación para él en Dios!» (Salmos 3, 3)

  • Dios es perfecto en sus caminos, la palabra de Yahveh acrisolada. El es el escudo de cuantos a él se acogen. (Salmos 18, 31)

  • Ante él solo se postrarán todos los poderosos de la tierra, ante él se doblarán cuantos bajan al polvo. Y para aquél que ya no viva, (Salmos 22, 30)

  • Res. Mira cuántos son mis enemigos, cuán violento el odio que me tienen. (Salmos 25, 19)

  • Como ellos serán los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza. (Salmos 115, 8)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina