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  • Así lo hicieron los benjaminitas y se llevaron tantas mujeres cuantos eran ellos de entre las danzarinas que raptaron; luego se fueron, volvieron a su heredad, reedificaron las ciudades y se establecieron en ellas. (Jueces 21, 23)

  • Pero no quiso apartarse y Abner le hirió en el vientre con el cuento de la lanza, saliéndole la lanza por detrás. Cayó y allí mismo murió. Todos cuantos llegaban al lugar donde Asahel cayó y murió se detenían. (II Samuel 2, 23)

  • Pero Barzillay dijo al rey: «¿Cuántos podrán ser los años de mi vida para que suba con el rey a Jerusalén? (II Samuel 19, 35)

  • Dios es perfecto en sus caminos, la palabra de Yahveh, acrisolada, él es el escudo de cuantos a él se acogen. (II Samuel 22, 31)

  • Omrí hizo el mal a los ojos de Yahveh y fue peor que cuantos le precedieron. (I Reyes 16, 25)

  • Hizo que la aceptaran cuantos se hallaban en Jerusalén y en Benjamín. Y los habitantes de Jerusalén hicieron conforme a la alianza de Dios, el Dios de sus padres. (II Crónicas 34, 32)

  • Josías reservó para la gente del pueblo ganado menor, así corderos como cabritos, en número de 30.000, todos ellos como víctimas pascuales para cuantos se hallaban presentes, y 3.000 bueyes. Todo ello de la hacienda del rey. (II Crónicas 35, 7)

  • y el resto del pueblo, los sacerdotes y los levitas los porteros, los cantores, los donados y todos los separados de las gentes del país para seguir la Ley de Dios, sus mujeres, sus hijos y sus hijas, cuantos tienen uso de razón, (Nehemías 10, 29)

  • Ignoraba yo que arriba, en el muro, hubiera gorriones; me cayó excremento caliente sobre los ojos y me salieron manchas blancas. Fui a los médicos, para que me curasen; pero cuantos más remedios me aplicaban, menos veía a causa de las manchas, hasta que me quedé completamente ciego. Cuatro años estuve sin ver. Todos mis hermanos estaban afligidos; Ajikar, por su parte, proveyó a mi sustento durante dos años, hasta que se trasladó a Elimaida. (Tobías 2, 10)

  • y fue enviado Rafael a curar a los dos: a Tobit, para que se le quitaran las manchas blancas de los ojos y pudiera con sus mismos ojos ver la luz de Dios; y a Sarra la de Ragüel, para entregarla por mujer a Tobías, hijo de Tobit, y librarla de Asmodeo, el demonio malvado; porque Tobías tenía más derechos sobre ella que todos cuantos la pretendían. En aquel mismo momento se volvía Tobit del patio a la casa, y Sarra, la de Ragüel, descendía del aposento. (Tobías 3, 17)

  • Don valioso es la limosma para cuantos la practican en presencia del Altísimo. (Tobías 4, 11)

  • ¡Malditos cuantos digan palabras crueles! ¡Malditos sean cuantos te destruyan! ¡Cuantos derriben tus muros echen tus torres por tierra y pasen a fuego tus moradas! ¡Mas sean benditos por siempre los que te construyan! (Tobías 13, 12)


“Uma só coisa é necessária: estar perto de Jesus”. São Padre Pio de Pietrelcina