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  • Inmoló asimismo el toro y el carnero como sacrificio de comunión por el pueblo. Los hijos de Aarón le entregaron la sangre, que él derramó sobre todos los lados del altar. (Levítico 9, 18)

  • las puso sobre los pechos de las víctimas, y él las quemó sobre el altar; (Levítico 9, 20)

  • Salió fuego de la presencia de Yahveh que consumió el holocausto y las partes grasas puestas sobre el altar. Todo el pueblo al verlo prorrumpió en gritos de júbilo y cayó rostro en tierra. (Levítico 9, 24)

  • Moisés dijo a Aarón y a Eleazar e Itamar, los hijos que le quedaban: «Tomad la oblación que queda de los manjares que se abrasan en honor de Yahveh y comedla sin levadura junto al altar, pues es cosa sacratísima. (Levítico 10, 12)

  • Y ofrecerá sobre el altar el holocausto y la oblación. De esta manera el sacerdote hará expiación por él y quedará limpio. (Levítico 14, 20)

  • Tomará después un incensario lleno de brasas tomadas del altar que está ante Yahveh y dos puñados de incienso aromático en polvo y, llevándolo detrás del velo, (Levítico 16, 12)

  • saldrá hacia el altar que se halla ante Yahveh, y hará por él expiación tomando sangre del novillo y del macho cabrío y untando los cuernos en torno del altar. (Levítico 16, 18)

  • Acabada la expiación del santuario, de la Tienda del Encuentro y del altar, Aarón presentará el macho cabrío vivo. (Levítico 16, 20)

  • y quemará sobre el altar el sebo de la víctima por el pecado. (Levítico 16, 25)

  • y hará la expiación del santuario sagrado, de la Tienda del Encuentro y del altar. El hará también la expiación por los sacerdotes y por todo el pueblo de la asamblea. (Levítico 16, 33)

  • El sacerdote derramará la sangre sobre el altar de Yahveh, a la entrada de la Tienda del Encuentro, y quemará las grasas como calmante aroma para Yahveh. (Levítico 17, 6)

  • Porque la vida de la carne está en la sangre, y yo os la doy para hacer expiación en el altar por vuestras vidas, pues la expiación por la vida, con la sangre se hace. (Levítico 17, 11)


“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina