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Sus celdas, sus pilares y su vestíbulo tenían también las mismas dimensiones que los anteriores. La puerta y su vestíbulo estaban rodeados de ventanas. Su largo era de veinticinco metros y su ancho de doce metros y medio. (Ezequiel 40, 33)
Además, había cuatro mesas para el holocausto, talladas en piedra, que tenían setenta y cinco centímetros de largo, setenta y cinco de ancho y cincuenta de alto. Sobre ellas se depositaban los instrumentos para inmolar las víctimas del holocausto y de los sacrificios. (Ezequiel 40, 42)
El hombre me llevó hasta el vestíbulo de la Casa y midió sus pilares: tenían dos metros y medio, el de un lado y el del otro. Luego midió el ancho de la puerta: era de siete metros. También midió las paredes laterales de la puerta: estas tenían un metro y medio de un lado, y uno y medio del otro. (Ezequiel 40, 48)
El hombre me introdujo en el Templo y midió los pilares: estos tenían tres metros de ancho, a un lado y al otro. (Ezequiel 41, 1)
En seguida entró en el recinto interior y midió el pilar de la entrada, que era de un metro. También midió la entrada, que tenía tres metros, y las paredes laterales de la entrada, que tenían dos metros y medio, por uno y otro lado. (Ezequiel 41, 3)
ya que estaban dispuestas en tres pisos y no tenían columnas como las columnas del atrio: por eso eran más estrechas que las habitaciones inferiores y las intermedias, a partir del suelo. (Ezequiel 42, 6)
Porque el largo de las habitaciones que daban al atrio exterior era de veinticinco metros, mientras que las que daban al frente del Templo tenían cincuenta metros. (Ezequiel 42, 8)
con un pasillo delante de ellas. Su aspecto era el mismo que el de las habitaciones situadas hacia el norte: tenían el mismo largo, el mismo ancho, las mismas salidas, las mismas disposiciones y las mismas entradas. (Ezequiel 42, 11)
Al cabo de esos días, se vio que ellos tenían mejor semblante y estaban más rozagantes que todos los jóvenes que comían los manjares del rey. (Daniel 1, 15)
Aquel año, se había elegido como jueces a dos ancianos del pueblo. A ellos se refiere la palabra del Señor: "La iniquidad salió en Babilonia de los ancianos y de los jueces que se tenían por guías del pueblo". (Daniel 13, 5)
Esos ancianos frecuentaban la casa de Joaquín y todos los que tenían algún pleito acudían a ellos. (Daniel 13, 6)
porque sentían vergüenza de confesar el deseo que tenían de acostarse con ella, (Daniel 13, 11)