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  • Samuel tomó el frasco de óleo y lo ungió en presencia de sus hermanos. Y desde aquel día, el espíritu del Señor descendió sobre David. Samuel, por su parte, partió y se fue a Ramá. (I Samuel 16, 13)

  • El espíritu del Señor se había retirado de Saúl, y lo atormentaba un mal espíritu, enviado por el Señor. (I Samuel 16, 14)

  • Sus servidores le dijeron: "Un mal espíritu de Dios no deja de atormentarte. (I Samuel 16, 15)

  • Basta que nuestro señor lo diga, y los servidores que te asisten buscarán un hombre que sepa tocar la cítara. Así, cuando te asalte el mal espíritu de Dios, él tocará la cítara, y tú te sentirás aliviado". (I Samuel 16, 16)

  • Y cuando un espíritu de Dios asaltaba a Saúl, David tomaba la cítara y tocaba. Saúl se calmaba y se sentía aliviado, y el mal espíritu se retiraba de él. (I Samuel 16, 23)

  • Al día siguiente, un mal espíritu que venía de Dios se apoderó de Saúl, y él se puso a delirar en medio de su casa. David tocaba su instrumento como los otros días, y Saúl tenía su lanza en la mano. (I Samuel 18, 10)

  • Entonces, un mal espíritu del Señor se apoderó de Saúl. Mientras él estaba sentado en su casa, con la lanza en la mano, y David tocaba su instrumento, (I Samuel 19, 9)

  • aquel envió emisarios para que detuvieran a David. Ellos vieron a la comunidad de profetas, con Samuel a la cabeza, en estado de trance profético. Entonces el espíritu del Señor invadió a los emisarios de Saúl, y también ellos entraron en trance. (I Samuel 19, 20)

  • De allí se dirigió a Naiot, en Ramá, y el espíritu del Señor se apoderó de él, de manera que fue caminando en estado de trance hasta Naiot, en Ramá. (I Samuel 19, 23)

  • y dijo a sus hombres: "¡Dios me libre de hacer semejante cosa a mi señor, el ungido del Señor! ¡No extenderé mi mano contra él, porque es el ungido del Señor!". (I Samuel 24, 7)

  • Hoy yo he mostrado un gran aprecio por tu vida: ¡que el Señor muestre el mismo aprecio por la mía y me libre de todo peligro!". (I Samuel 26, 24)

  • Porque tú no escuchaste la voz del Señor y no diste libre curso a su ira contra Amalec, por eso, el Señor te ha tratado de esta manera en el día de hoy. (I Samuel 28, 18)


“O amor nada mais é do que o brilho de Deus nos homens”. São Padre Pio de Pietrelcina