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Hijo de hombre, los que habitan en esas ruinas, en la tierra de Israel, andan diciendo: "Abraham, que era uno solo, recibió esta tierra en posesión. Nosotros somos muchos, y se nos ha dado esta tierra en posesión". (Ezequiel 33, 24)
Cuando los sacerdotes entren en el Santuario, no saldrán del lugar santo al atrio exterior sin dejar antes en ellas las vestiduras utilizadas para el culto, porque esas vestiduras son sagradas. Deberán ponerse otra ropa para acercarse al sitio destinado al pueblo". (Ezequiel 42, 14)
El hombre me llevó por la entrada que estaba al lado de la puerta, hacia las habitaciones santas reservadas a los sacerdotes, esas que miran hacia el norte, y vi que al fondo, hacia el oeste, había un espacio. (Ezequiel 46, 19)
Daniel se puso a reír, retuvo al rey para que no avanzara más adentro y dijo: "Fíjate en el suelo y reconoce de quién son esas huellas". (Daniel 14, 19)
Yo los haré resurgir del lugar donde ustedes los vendieron y haré recaer esas represalias sobre sus cabezas. (Joel 4, 7)
Por eso, por haber esquilmado al débil, exigiéndole un tributo de grano, esas casas de piedras talladas que ustedes construyeron, no las habitarán, de esas viñas selectas que plantaron, no beberán el vino. (Amós 5, 11)
Él me respondió: "¿No sabes lo que son esas cosas?". Yo le dije: "No, mi Señor". (Zacarías 4, 13)
Y si se le pregunta: "¿Qué son esas heridas en tu pecho?", él responderá: "Las he recibido en la casa de mis amigos". (Zacarías 13, 6)
Entonces el Señor saldrá a combatir contra esas naciones, como cuando él combate en el día de la batalla. (Zacarías 14, 3)
Ustedes dicen: "¡Qué fastidio!" y me provocan dice el Señor de los ejércitos. Cuando traen un animal robado, rengo o enfermo, cuando traen esas ofrendas, ¿puedo yo aceptarlas de sus manos?, dice el Señor. (Malaquías 1, 13)
Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: «No temas, basta que creas». (Marcos 5, 36)
porque son los paganos de este mundo los que van detrás de esas cosas. El Padre sabe que ustedes las necesitan. (Lucas 12, 30)
