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  • Ustedes se la entregarán al sacerdote Eleazar. Luego será sacada fuera del campamento y degollada en su presencia. (Números 19, 3)

  • El sacerdote Eleazar recogerá con el dedo un poco de sangre y hará siete aspersiones hacia la Carpa del Encuentro. (Números 19, 4)

  • Si alguien que ha incurrido en impureza deja de purificarse, será excluido de la asamblea, porque ha manchado la Morada del Señor. Él no ha sido rociado con el agua lustral, y por eso es impuro. (Números 19, 20)

  • ¿Por qué trajeron a este desierto a la asamblea del Señor, para que muriéramos aquí, nosotros y nuestro ganado? (Números 20, 4)

  • Moisés y Aarón, apartándose de la asamblea, fueron a la entrada de la Carpa del Encuentro y cayeron con el rostro en tierra. Entonces se les apareció la gloria del Señor, (Números 20, 6)

  • Luego Moisés y Aarón reunieron a la asamblea frente a la roca, y Moisés les dijo: "¡Escuchen, rebeldes! ¿Podemos hacer que brote agua de esta roca para ustedes?". (Números 20, 10)

  • Toma a Aarón y a su hijo Eleazar, y llévalos al monte Hor. (Números 20, 25)

  • Allí despojarás a Aarón de sus vestiduras y se las pondrás a su hijo Eleazar. Entonces Aarón se reunirá con los suyos, porque allí morirá". (Números 20, 26)

  • Moisés hizo lo que el Señor le había mandado: él, Aarón y su hijo Eleazar subieron al monte Hor a la vista de toda la comunidad. (Números 20, 27)

  • Luego Moisés quitó las vestiduras a Aarón y se las puso a su hijo Eleazar. Aarón murió en la cima de la montaña. Cuando Moisés y Eleazar bajaron de la montaña, (Números 20, 28)

  • Al ver esto, Pinjás, hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, se apartó de la comunidad y, tomando una lanza, (Números 25, 7)

  • "Pinjás, hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha apartado mi ira de los israelitas, porque ha demostrado en medio de ellos un celo igual al mío. Por eso yo no acabé con los israelitas, dejándome llevar por mi celos. (Números 25, 11)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina