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  • Y si alguien tiene hambre, que coma en su casa, para que sus asambleas no sean motivo de condenación. Lo demás lo arreglaré cuando vaya. (I Corintios 11, 34)

  • Sin embargo, cuando estoy en la asamblea prefiero decir cinco palabras inteligibles, para instruir a los demás, que diez mil en un lenguaje incomprensible. (I Corintios 14, 19)

  • Por otra parte, si al reunirse la asamblea, todos se ponen a hablar en un lenguaje incomprensible y entran algunos que no están iniciados o no son creyentes, seguramente pensarán que ustedes están locos. (I Corintios 14, 23)

  • que las mujeres permanezcan calladas durante las asambleas: a ellas no les está permitido hablar. Que se sometan, como lo manda la Ley. (I Corintios 14, 34)

  • Si necesitan alguna aclaración, que le pregunten al marido en su casa, porque no está bien que la mujer hable en las asambleas. (I Corintios 14, 35)

  • Les ruego que cuando esté entre ustedes no me vea obligado a ejercer esa severidad que pienso emplear resueltamente contra aquellos que suponen que nuestra conducta se inspira en motivos carnales. (II Corintios 10, 2)

  • idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y violencias, ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones (Gálatas 5, 20)

  • Una vez que hayan leído esta carta, háganla leer también en la Iglesia de Laodicea, y ustedes, a su vez, lean la carta que yo envié a esa Iglesia. (Colosenses 4, 16)

  • Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en presencia de numerosos testigos. (I Timoteo 6, 12)

  • he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. (II Timoteo 4, 7)

  • cuando dice: Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea. (Hebreos 2, 12)

  • No desertemos de nuestras asambleas, como suelen hacerlo algunos; al contrario, animémonos mutuamente, tanto más cuanto que vemos acercarse el Día. (Hebreos 10, 25)


“Pode-se manter a paz de espírito mesmo no meio das tempestades da vida”. São Padre Pio de Pietrelcina